Capítulo uno

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Capítulo uno
La decisión que podría hacerte feliz o infeliz

Se unió a la segunda mitad de la batalla trayendo refuerzos consigo y pronto comenzó a lanzar hechizos a diestra y siniestra, derrotando a muchos mortífagos en el camino sin detenerse ni por un segundo. Más allá de sus narices vislumbraba estudiantes luchar con valentía contra semejantes escorias que amenazaban el mundo entero. Muchos perdían la vida, otros arrebataban vidas.

Y apenas lograba discernir correctamente los rostros de los mortífagos, tan solo luchaba por derrotarlos sin involucrarse demasiado en comprender al cruel enemigo. Charlie no cabía en su dolor por haber perdido a un hermano, pero no deseaba lastimar a nadie de gravedad. Él no era un asesino. Entonces sus paradigmas se destrozaron cuando su varita apuntó a un apuesto muchacho; él pertenecía a sus opuestos por la horrible marca que resplandecía en su brazo. Sin embargo, era demasiado joven como para combatir en una batalla donde podría perder la vida.

– No me mates, por favor... –murmuró.

– De cualquier manera no pensaba hacerlo.

El muchacho, que no tenía idea alguna de su nombre ni su edad, llevaba el rostro cubierto de cicatrices recientes, además de que apenas conseguía normalizar su respiración debido al estremecimiento de su delgado cuerpo. También poseía los ojos azules más hermosos que había vislumbrado alguna vez en su vida. Era simplemente imposible negar su belleza.

– Mi nombre es Atticus; solo quiero huir de aquí...

Seguro cualquier otro le habría lanzado una maldición asesina. Charlie no pensaba así.

– No es un buen lugar para conversar. Si quieres vivir, entonces pelea en el bando que creas correcto. Sin embargo, si deseas huir debes abrirte paso sin que nadie te observe.

Hizo una pausa.

– Confío en que tomarás la decisión correcta.

Y Charlie salió huyendo para atacar a un mortífago.

Se escuchaban explosiones por todo el castillo, maleficios volaban por todos lados, unos decidían pelear usando los puños y los demás se aferraban a sus varitas con ímpetu. Muchas vidas se habían perdido en la primera mitad de esa espantosa guerra. Atticus se estremecía en un rincón mientras lágrimas rodaban por sus magulladas mejillas y la sangre se derramaba por su labio inferior como una pequeña cascada. Era la misma violencia a la que estaba acostumbrado desde pequeño.

De pronto, comenzó a correr adentrándose en el campo apartando a ambos bandos de su camino mientras seguía gimoteando como nunca antes. La melena escarlata se podía divisar entre los mortífagos como una llama rebosante de victoria; esbozó una sonrisa cuando alcanzó al joven muchacho que se blandía en duelo con un hombre fortísimo. ¿Era su intención ayudarlo?

Un estruendo a su derecha lo hizo detenerse y entonces un mortífago se abalanzó contra el muchacho, que para su desgracia vestía el amarillo y azabache uniforme de Hogwarts, y levantó su varita a centímetros de su rostro mientras le dedicaba una horrenda mueca cínica.

– La marica está sollozando... –se burló.

– ¡No, déjame en paz! ¡No tengo bando alguno!

El primer impacto fue contra su rostro; el puñetazo había desgarrado una cicatriz reciente que ahora emanaba demasiada sangre. Cada centímetro de su cuerpo comenzaba a estremecerse por la rabia contenida de que estuviesen llamándolo «marica». Su condición sexual no era incumbencia de nadie. Y nadie tenía permitido burlarse de sus preferencias como si se creyesen amos del universo.

Nuestra batalla | Charlie WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora