Sempai

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Tras el pago que les correspondía a los tres, aunque Emilio realmente no trabajaba allí, el de gorra y el de coleta salieron del despacho alegremente por la gran cantidad de dinero que habían logrado obtener.

–Comisario Bombón.–Habló el de cresta, siendo interrumpido por el de pelo gris.

–Comisario Volkov.–Corrigió.

–Queria hacerle una pregunta.–Se sentó en el filo de la mesa, observando la espalda del contrario. No pudo evitar bajar su mirada a su trasero.

–Adelante.–

–¿Le gustó que le llamara sempai?–Elevó su mirada a la cara del de pelo gris tras notar que giró su cabeza hacía el. Se veía demasiado lindo con el ceño fruncido.

–¿Disculpa?–Exclamó extrañado, girándose por completo hacía el contrario al mismo tiempo que cruzaba sus brazos, tratando de verse molesto.

–Es que noté en su tono de voz algo mas que molestia.–

–¿A qué te refieres?–

–No se...como si te gustara.–Volkov volvió a fruncir el ceño, aunque muy dentro de el le había llegado a gustar por sus gustos otakus, o eso pensaba. Acto seguido sonrió con malicia, iba a seguirle el juego al de la cresta.

–¿Y a ti te gustó que dijera lo de Onii-chan?–Horacio se levantó y dió un pequeño paso hacía el comisario.

–Me encantó.–Susurró con el típico tono de voz que solía poner cuando trataba de "seducir" a alguien.–Aunque no llegue a oírlo muy bien.–

–¿Quiere que se lo repita?–El de pelo gris podía notar la sangre empezar a ir hacía sus mejillas, pero no queria verse asi frente al contrario. Era un comisario, no un jodido adolescente.

–Porfavor.–

El comisario no dudó en volver a decir aquellas palabras con aquel tono de voz usado recientemente en el despacho, notando sus mejillas empezar a volverse de un color carmesí ante la mirada del de la cresta.

Horacio podía notar la sangre ir hacía su miembro hasta hacer que empezara a ponerse levemente duro. Al mismo tiempo mordió su labio inferior, recorriendo el cuerpo del mas bajo con su mirada de una forma descarada y dando otro paso hacía este.

–¿Ahora lo escuchó bien?–El de cresta dió otro pasó hacía adelante, quedando a unos pocos centímetros del rostro de Volkov.

–Muy bien...–Se quedó en silencio durante dos segundos.–Aunque me gustaría escucharlo cuando estemos en mi cama.–

Horacio llevó ambas manos a las caderas del mas bajo, quién llevo sus manos a las del contrario. Tenía pensado apartar estas, pero simplemente las dejó allí, quietas.

El de cresta acercó su rostro al del contrario, sonriendo como si estuviera viendo al amor de su vida. No se conocían mucho, pero al mas alto realmente le gustaba el comisario. Y el comisario ni siquiera se fijaba en el, o eso pensaba antes de quedarse prácticamente paralizado al tener al agente de tráfico a apenas unos centímetros de su cara y con sus manos en su propia cintura.

Se terminaron por separar al escuchar las quejas de Gustabo por toda la comisaria por el que su amigo los hiciera esperar.