Sempai

🌇;;006

La semana paso muy lenta para el comisario. Estuvo decaído todo el tiempo, sin ganas de salir de casa e ir a trabajar. Sus compañeros se dieron cuenta de esto, pero no querían preguntarle nada para no parecer unos entrometidos. El único que lo hizo fue Torrente, quién consoló a un confundido y apenado Volkov durante toda la tarde.

Seguía sin saber cuales eran sus sentimientos. Jamás había llegado a estar enamorado, por lo que no sabía como se sentía aquello. Según había oído, el amor era un sentimiento bonito, te hacía sentir cosquillas en el estómago cuando tenías cerca al otro y piensas en esa persona todo el tiempo. Pero aquello que sentía en ese momento no era amor, porque el amor no duele, ¿no?

"–Cuando la persona a la que amas esta mal y tu sabes eso, tu también estas mal. Y si pasas mucho tiempo sin verlo luego de una pelea te sientes vacío, sin ganas de nada, solo de verlo y solucionar las cosas.–"

Las palabras de Torrente lo dejó pensativo. ¿Es que acaso el amor también tenía una parte mala? Jamás le habían hablado de eso. El solo conocía la parte buena; os conocéis, os enamoráis, llega el primer beso, el segundo, el tercero, disfrutáis de viajes, fiestas, momentos juntos, y luego os casáis, tenéis hijos y pasáis una bonita vejez juntos.

Aquella tarde el sonido de su móvil lo sacó de sus pensamientos. Estaba a punto de ir de patrulla junto a Torrente, pero sus planes cambiaron totalmente al ver el nombre de Horacio en la pantalla de su teléfono.

–¿Horacio?–

–Volkov, me van a matar.–Un fuerte dolor se adueñó del pecho del comisario.

–Donde estas, voy a por ti.–

–Cuida de Gustabo y Emilio por mi.–

–Horac–

–Te amo.–El sonido de que la llamada había finalizado penetró sus oídos.

Rápidamente llamó a todas las unidades con la esperanza de que hubieran recibido alguna alerta. Habían avisado de un intento de secuestro en la zona de buzos, por lo que no dudo en agarrar a Torrente e ir hacía el lugar con rapidez.

Conducía todo lo rápido que le permitía el coche en dirección al lugar. Aquel sitio le recordaba a la pelea que había tenido con Horacio, y el dolor en el pecho ante aquellos recuerdos volvió a aparecer.

Al llegar allí pudo ver un coche de policía que había llegado recientemente, y a varios policías escondidos por algunos lugares. Aparcó junto al otro coche, para acto seguido salir de este.

Fue entonces cuando vió la escena frente a el; en aquel barranco donde habían discutido hacía una semana, un hombre agarraba a Horacio del cuello con un arma apuntando directamente a los policías. Su ropa estaba sucia y ensangrentada, su cara tenía marcas de golpes y en su muslo derecho se podía apreciar una herida de bala. Estaba perdiendo mucha sangre, y si no actuaban rápido podría morir.

En ese momento se dió cuenta de cuales eran sus verdaderos sentimientos.