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Tras aquella paliza que recibió se había quedado en su casa durante unos días para asi poder descansar. Tenía todo su cuerpo lleno de heridas y apenas podía moverse, asi que casi nunca se levantaba de la cama.

Gustabo le solía hacer compañía durante la mañana y el medio día, le ayudaba con lo que necesitara y le curaba las heridas, pero luego tenía que irse para seguir haciendo su trabajo junto a Emilio, quién también se pasaba de vez en cuando para ver como estaba el de cresta. Los tres se habían vuelto buenos amigos.

Aquel día no despertó solo. Después del almuerzo Horacio se había quedado dormido durante varias horas, y había sufrido otra de sus pesadillas donde le daban una paliza y lo terminaban matando, por lo que se despertó sobresaltado, con su cuerpo temblando y sus ojos aguados. Volkov, quien estaba sentado en una silla a un lado de la cama pegó un pequeño brinco, y, al ver como estaba el de cresta, se sentó a su lado en la cama.

–Hey, hey, Horacio, soy yo, tranquilo.–Susurró el de pelo gris, agarrando una de las manos del de la cresta para acariciarla con lentitud. Horacio se abalanzó contra el, rodeando su cintura con sus brazos y dejando caer su cabeza en su pecho.–Son las once, ¿quieres algo de comer?–El contrario negó con su cabeza.

Nuevamente un extraño sentimiento se apoderó de Volkov. Verlo en aquel estado le revolvía por dentro y le hacia querer protegerlo del mundo y de esas pesadillas que le atormentaban. Sabía de aquello gracias a que Gustabo le había estado informando.

–Joder, si que he dormido...–Murmuró Horacio con la voz medio rota.–¿Qué haces aqui? Pensé que a esta hora trabajabas.–

–Y trabajo, pero Gustabo no podrá venir a dormir y no quería que te quedaras solo toda la noche.–El de cresta sonrió. Cada día tenía mas esperanzas de que el comisario también estuviera enamorado de el.

–¿A qué se debe esa preocupación, señor Bombón?–Bromeó Horacio en un intento de calmarse. Además, logró que el comisario soltara una leve risa.

–A que me importas, tonto.–Murmuró, sonriendo levemente. Realmente lo había dicho sin pensar, pero era lo que sentía.

Se quedaron en silencio durante un rato, disfrutando de la compañía del otro y del contacto físico. Horacio se sentía cada día mas enamorado del de pelo gris, y Volkov seguía pensando que era aquella sensación que sentía al estar con el mas alto.

Con el paso del tiempo Horacio volvió a quedar totalmente dormido abrazado al comisario, quién se dejo caer hacía atras para apoyarse en el respaldo de la cama. No quería despertar al contrario, asi que se quedó allí, quieto.

Aprovechó para observar a Horacio. Su expresión era de total calma, y se le hacía lindo estando dormido. También se fijó en su cuerpo. Llevaba sólo unos boxers negros que dejaban al descubierto todo su cuerpo herido. Decidió agarrar la manta, que por suerte había quedado cerca de el, y los tapó a ambos.

No supo cuando pasó que se quedo dormido allí, agarrando la mano del de cresta y siendo abrazado por este.

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