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Si pudiera explicar toda la soledad que envuelve el alma de Bred, ahora mismo no estaría huyendo de su familia en plena madrugada, corriendo por las calles iluminadas por las farolas. Escapando de la desgracia que es para sus padres. Yendo a ese lugar, amplio y lleno de plantas, donde cada noche puede observar la luna y las estrellas brillando. Ese lugar que nadie pisa a excepción de él. Ese lugar donde puede escapar de todo ese sufrimiento que arrastra desde que tiene uso de razón. Ese lugar alejado del pueblo que lo condenó a una vida sin oportunidades y sin amor.

Al llegar se sienta en el único banco que hay, en su banco. Mira hacia el cielo viendo la luna llena brillar más que nunca junto a esas estrellas. Es una combinación de belleza natural que le provoca una sensación de paz y tranquilidad que agradece poder tener, después de cada discusión que tiene con sus padres. Porque sí, había discutido con ellos, como casi cada noche.

Todo empezó cuando era pequeño. Nunca fue un hijo deseado. Nunca le prestaban la atención que necesitaba. Cada logro que conseguía en el colegio, no era valorado por sus progenitores. Siempre lo ignoraban y reñían por cualquier cosa. El único que se preocupaba por él era su hermano mayor. Siempre jugaban juntos y lo cuidaba, haciendo que ese pequeño vacío que sentía por la falta de amor de sus padres, se llenara con su querido hermano.

Pero un día su hermano enfermó tan gravemente que no lo superó. Ese día su mundo se cayó para siempre. Sus padres lo culpaban de su muerte, recordándoselo cada día. Su corazón cada vez dolía más con cada insulto, con cada palabra dañina, con cada rechazo, faltándole cada vez más su hermano para que le protegiera.

Ahora, tres años más tarde, seguía doliendo hasta el punto de querer arrancarse el corazón. Pero debía soportar todo aquello hasta que fuera mayor de edad e irse lejos de ese pueblo. Lejos de sus padres. Lejos de la vida que tuvo siempre. Debía ser fuerte hasta que ese momento llegara.

Por ahora, solo podía seguir escapándose cada madrugada para llenar ese corazón con la tranquilidad del lugar. Incluso a veces sentía que su hermano estaba junto a él viendo la luna y las estrellas. Cuando sentía eso, susurraba un "te echo de menos" y un "te quiero" para después sentir una pequeña brisa fresca. Debía soportar todo aquello, por su hermano.

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