Apariencias.

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¿La primera vez que lo vi?. Estaba caminando con una de mis compañeras de clase, Carina.

Las veces subsecuentes lo vi cargando las cosas de esa misma compañera, besar sus labios, dejarla en la entrada del salón y tomarla cuidadosamente del rostro cuando intentaba consolarla. Parecía un verdadero caballero.

Una semana después del día del amor y la amistad, mientras guardaba mis cosas en la mochila y a través de una ventana, pude ver que estaba hablando con Carina hasta que ella lo alejó y se fue.

En la siguiente clase, Carina se sentó a lado mío con una de sus amigas -No sabes, me tocó como si lo quisiera hacer ahí mismo- intentó susurrar.

-¡Que bueno que lo terminaste, no es bueno si solo busca sexo!- le respondió su amiga.

En ese momento una fuerte intriga invadió mi mente, ¿Cómo era posible que con 14 años pensara en eso?, ¿Acaso prefería tener fama de promiscuo que de Casanova?, poco después fui testigo de la respuesta.

Una tarde después de clases, recordé que había olvidado mi cuaderno en un aula de la planta baja, sin embargo antes de entrar, lo vi. Leonardo se aferraba a la cintura de Eloisa, parecía que ella trataba de alejarlo hasta que la pegó en la pared y después de un beso lleno de lascivia, le dijo casi implorando -¿No te gusta?-

En ese momento ella, contrario al comportamiento que había presentado segundos atrás, lo miró y continuó besándolo con la misma intensidad.

Se besaban sin un poco de pudor, explotando al máximo sus sentidos, en aquel salón rondaban toda clase de provocaciones, sin algún tipo de límite impuesto cedían al deseo, aún cuando la naturaleza del lugar lo requería, ¿Es lo que el amor provocaría?

Cuando escuché pasos me alejé y esperé a que ellos se percataran del sonido. La vislumbré con apenas un poco de vergüenza y él pareció haberlo disfrutado pero querer un poco más. Antes de entrar al salón los observé detenidamente, él llevaba las cosas de ambos y sostenía la mano de Eloisa. No podía dejar de verlos ni dejar de pensar el porque mi corazón se había acelerado tanto.

El tiempo me dio una respuesta que día a día se fue transformando, caí en cuenta de que a Leonardo lo rodeaba una irrefutable fama de pervertido por lo que no me sorprendí cuando lo vi hablando con Eloisa en medio del patio para luego irse de prisa.

La historia se repitió una y otra vez con cuantas mujeres no conocían su caso, hasta que un día ya no asistió más al colegio.

EloisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora