"¿Qué es esto?" se preguntarán y bueno, exactamente como dice el titulo, esto es un capítulo extra que tratará sobre el comienzo de la relación entre Miguel y Alexander, un encuentro breve que ninguno de los dos recuerda muy bien y que poco o nada dice de la historia.
Como soy un narrador amigable que no desea hacer demasiado tediosa la lectura, comenzaré sin explicar demasiado bien el contexto, porque vamos, siempre es más interesante cuando es el futuro y el pasado lo que se desconoce.
Era una tarde de otoño del año 1924, y nuestro querido Alexander de 27 años y tres meses, pronto se marcharía rumbo a España para reforzar sus estudios de periodismo, porque después de todo ¿a quién creen que contrataría un empresario chileno de los años 20? ¿A un muchacho recién egresado de una universidad chilena? o ¿A un joven que tenía estudios en el extranjero? Lo de afuera parece siempre mejor que lo propio, incluso cuando aún quedaba impregnado en el aire el nacionalismo dejado por la guerra del siglo anterior.
Alexander era el hijo favorito de su madre en ese momento y ella estaba particularmente afectada por su ida al país europeo, no dejaba de repetirle cada día que no se marchara, pero el joven parecía obsesionado con la idea de estar lejos de su familia por un tiempo, y es que claro, cuándo más iba a tener la oportunidad de conocer otra cultura y...bueno, se podrán imaginar cuál era su segunda motivación, la pista es que no era para nada algo que su madre hubiese querido escuchar.
Nuestro querido protagonista, decidió darle como regalo a su madre unas entradas para ir a ver una obra de teatro donde se presentaría su más reciente actor favorito, un tipo de apellido Sánchez que solo hace unos pocos meses había comenzado a tomar relevancia en los escenarios, por su carisma y talento natural. Por supuesto él le acompañaría a pesar de que nunca lo hacía, pues el regalo era pasar tiempo con ella antes de partir.
Alexander poco o nada estaba interesado en el teatro, irónicamente prefería leer las obras en lugar de verlas actuadas. El motivo por el que no le gustaban no tenía de hecho nada de lógico, como lo son la mayoría de las motivaciones en lo que a gustos respecta. Quizás era solo que no quería formar parte del pasatiempo de su madre, o tal vez creía que era mejor pasar las 4 horas que duraría la obra bebiendo con sus "amigos".
La función se daba por comenzada a las ocho de la tarde, y allí estaba su madre muy emocionada fuera del teatro a las siete, y ¿cómo no estarlo? ese día podría ver de nuevo a su actor favorito y junto a su niño que pronto la dejaba. Si ella hubiese tenido una hija, es seguro que habría hecho todo lo que estuviera en sus manos para casarla con él y así tenerlo dentro de la familia, cosa curiosa pensando que nunca nadie ve con muy buenos ojos a quienes deciden dedicar al arte sus vidas.
Los asientos de terciopelo, el corbatín demasiado apretado y el incómodo traje completo, desesperaban a Alexander incluso antes de que las luces se apagaran.
"Quiero que se acabe luego, me voy pasado mañana y preferiría estar con los chicos, pero bueno así mi mamá por último se queda contenta y no se deprime tanto...". Pensó a la vez que la primera escena se daba por iniciada.
Miguel apareció por primera vez luego de unos treinta minutos, al verlo Alexander se quedó pensativo "Así que ese de ahí es el que tanto le gusta a mi mamá, no actúa mal, de hecho es muy bueno, pero como que el papel no le queda...se ve que es un tipo agradable, pero sería para mi gusto alguien más del tipo tierno, como que veo en sus ojos que ni actuando quiere ser militar...pienso que le quedaría mejor ser el protagonista, a parte está claro que todos acá lo están mirando más a él que al actor principal, y no es solo porque es lindo, tiene algo que te hace querer seguir viendo".
Al terminar la presentación, su madre insistió en que la acompañara a felicitar a los actores a la salida, a pesar de que Alexander se negó en más de una ocasión, no pudo seguir con su negativa luego de que su madre dijo —De ahí cuando yo no esté, te vas a arrepentir de tratarme así...
Miguel estaba hablando con un gran grupo de gente, y mientras su madre se unía al tumulto nuestro protagonista miraba desde una distancia prudente, esperando su pronto regreso que terminó demorando media hora.
Cuando la mujer volvió hasta donde su hijo, Alexander miró brevemente a Miguel, más que nada por curiosidad. Por mera casualidad, terminó haciendo contacto visual con el ídolo de su madre, e instintivamente le sonrió y tocándose el ala sobrero le hizo una pequeña reverencia a modo de saludo, Miguel le contestó de igual forma, pero se desconcentró del encuentro en pocos segundos. Una mujer le estaba haciendo entrega de un ramo de flores y el actor sin poner atención al regalo, la abrazó y besó en medio de gritos de alegría de sus amigos y compañeros de trabajo.
"Era obvio ¿en serio me ilusioné por un par de minutos? Soy un estúpido...ojalá sean muy felices, por como reacciona la gente parece que se van a casar". Pensó el futuro cura mientras se iba.
ESTÁS LEYENDO
CONFIESO QUE NO CREO [COMPLETA]
RomanceAlexander Ansora de Baradín, es un joven periodista con gran talento y gusto por la literatura que se ve en la repentina obligación de contraer matrimonio con una muchacha de tan solo diecisiete años de edad, que para colmo, está enamorada de su mej...