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—Eso es correcto, Theo

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—Eso es correcto, Theo.— señaló el profesor.

Asentí con una sonrisa y choqué los cinco con Mark por debajo de la mesa. Ahora estamos en clase de filosofía, una de mis favoritas. El tema de hoy es el comportamiento humano frente a sus errores, por lo que ahora mismo una lluvia de ideas es lo que llena el salón. Me gusta que sea así.

— Entonces, si sirves como apoyo a una persona frente a una decisión y esta falla, ¿eres culpable de ello o no? — Varias personas alzaron la mano para poder dar su opinión, pero el profesor solo escogió a un estudiante, Alexandre Karlsson, alias el niño bonito.

Claro, que el único que le dice así soy yo.

— Creo que todo depende, Profesor. Si soy conocedor de que esa decisión no lo llevara a nada bueno, alentarlo sería una falla y por ende la culpa también recaería sobre mí. Pero si no soy conocedor y aun así lo aliento, también tendría un poco de culpa, ya que no sabía lo suficiente como para tener asertividad sobre apoyar a esa persona o no. No sé si me entiende. — Varias personas asienten de acuerdo, incluyéndome.

— Su compañero tiene un punto valido que, por lo visto, muchos aceptan. Entonces, falta poco tiempo para acabar la clase así que les dejare una actividad en parejas para la siguiente. Las parejas ya están listas, de hecho, Theo fue quien me ayudo a componerlas. — Varios susurros se hicieron presentes y sonreí— . Le pedí a él que lo hiciera porque quería sacarlo de sus zonas de confort, y no hay nadie como Theo que sepa más de eso, ¿eh? — Alcé mis brazos en señal de rendición, varias personas soltaron carcajadas. —Ahora que están más relajados, pasare a decir las parejas y darles el material con el que trabajarán, para evitar repetición del mismo, todos tendrán un tema diferente.

Varios lo apuraron para que continúe hablando, se les veía ansiosos. Aquí todo el salón se conoce y mantienen conversaciones amenas, pero eso no significa que este método de trabajo no les afecte. Salir de la zona de confort y aventurarse a experimentar cosas nuevas no es fácil, pero tampoco imposible.

Les pondré un ejemplo, la chica castaña de mi izquierda está acostumbrada a hacer los trabajos grupales con su amiga sentada un puesto detrás de ella, son inseparables. Y no alejándonos tanto, Mark y yo siempre realizamos este tipo de actividades juntos, ¡oh! Y el niño bonito, él siempre los realiza con su amigo rubio, Erick.

Al escuchar el sonido del timbre me levanto y espiro un poco, estar tanto tiempo sentado hace que mis músculos se entumezcan. El profesor me mira con burla, mientras que le sonrío mostrando todos mis dientes.

— ¿Ya puedo irme, profe? Adoro sus clases, pero muero de hambre y si no me apuro los energúmenos de afuera me dejaran sin comida— Unas cuantas chicas ríen, así que volteo y les guiño un ojo— Además, Tommy me espera.

El profesor asiente sin más remedio mientras ríe. ¿Ven por qué es una de mis clases favoritas? Tomo mi bolso y salgo, los demás también comienzan a abandonar el aula. Camino a paso lento, puesto que de reojo puedo ver a Alexandre acercarse luego de despedirse de su amigo.

— Hey, payaso.— Saluda, lo volteo a mirar con una sonrisa ladina.

— Hola, niño bonito.— Le digo, para fastidiarlo, y noto que mi objetivo es cumplido cuando sus mejillas se colorean de un leve tono rojo. 

Hey, payaso. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora