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Me separé de Alex con la respiración agitada y mi corazón en la garganta

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Me separé de Alex con la respiración agitada y mi corazón en la garganta. Lo besé. Solo porque me dieron celos de un desconocido, besé a mi jodido amigo.

Él parece confundido, y yo igual. Una vez voltea a mirarme mi corazón deja de latir.

—  ¿Qué fue eso, Theo? — Murmura viendo a otro lado. Está evitando mi mirada de nuevo.

— Un beso, es lo que pediste. — Digo tratando de restarle importancia al asunto.

Parece algo ido, así que simplemente asiente y comienza a caminar en otra dirección. Lo sigo de cerca para que no se me pierda como la última vez.

Mis labios aún tenían el sabor de los suyos, y la ansiedad de más corría por mis venas como la adrenalina misma. Di profundas respiraciones para abstenerme de meter más la pata y durante todo el camino me quedé en silencio. A Alexandre no pareció molestarle en absoluto.

Cuando llegamos a su casa caminé hasta la cocina donde Mark y Phill estaban uno cortando la carne, y el otro lavando unos utensilios y platos sucios. Me senté en un taburete y reposé mi cabeza en la mesada.

— ¿Qué sucedió allá? — Preguntó Phill con gracia.

— Metí la pata hasta el fondo. — Murmuré.

Mark suelta una carcajada, levanto la mirada y se puede ver a un Phill serio entregándole algo de dinero a Mark.

— Te dije que Theo suele hacer eso. — Dice Mark con burla. Le dediqué una mala mirada y volví a poner mi cabeza sobre la mesada.

— Tranquilo, hijo. Él no suele estar molesto por mucho tiempo con alguien, y a ti te aprecia, así que dudo mucho que duren peleados más de una semana.

Ese es el problema, que no hemos discutido. A penas y hemos hablado luego del beso y... al diablo. Iré a hablar con él.

Me levanto decidido y subo las escaleras hasta su habitación. Cuando estoy a punto de tocar la puerta Alex la abre y tira de mi para meterme en la alcoba. Mi espalda se estampa con la pared y mi mente se encuentra algo aturdida por la velocidad en la que ocurrió todo.

— Quiero que seamos amigos de los que se besan. — Dice con mucha seguridad. Abro los ojos con sorpresa sin creer en sus palabras.

—  ¿Qué...?

— Que quiero poder besarte cada jodida vez que quiera, Theo. Eso dije, ahora, ¿aceptas o no?

Tomé su rostro y fundí sus labios con los míos en un beso. Este no es como el de la librería, es más profundo y lento. Menos desesperado, como si hubiese cariño entre ambos. Una vez nos separamos nuestras frentes se unieron.

— ¿Eso cuenta como un sí? 

Ambos volvimos a besarnos un par de veces más. Sumidos en lo nuestro.

"Lo nuestro."

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