cobarde

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Scorpius estaba perdido en sus pensamientos. Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de su madre, hermoso, de ojos verdes y cabello color miel, pero no perfecto pues, a pesar de que ella había aprendido a ocultarlo, tanto el padre como el hijo podían verlo. Solo era una sombra sobre su pómulo, una sombra con la forma del puño de Draco. Cada vez que cerraba los ojos escuchaba los gritos, el golpe que provocaba el cuerpo de Astoria al impactar contra la pared. No se había precipitado a ayudar, de nada hubiera servido, la puerta de la habitación de sus padres siempre estaba cerrada con llave. Si embargo no podía evitar sentirse culpable, frustrado, cobarde, cobarde, COBARDE le gritaba su mente con la voz de su padre. A veces las palabras pueden ser mas poderosas de lo que los demás piensan y Scorpius lo sabía bien. Había escuchado tantas veces esa palabra que esa era su definición de si mismo, cobarde, solo dos personas lo sabían y siempre habían tratado de convencerlo de lo contrario, no lo habían conseguido, cobarde. Sin embargo, aparte de esas dos personas, nadie lo sabía, lo consideraban fuerte y frío, sarcástico, malvado. Solo dos lo conocían verdaderamente y solo dos sabían que debajo del cabello azul, los tatuajes y los piercings, se escondía un chico herido, vulnerable y con sentimientos. Acarició su muñeca donde brillaba su tatuaje más reciente, un ojo verde, como el de su madre que lo miraba, impreso en su piel. Una lágrima resbaló por su mejilla y eso solo lo hizo sentir peor "Llorar es de niñas!" Resonó de nuevo la voz de su padre en su memoria. Scorpius miró a Rose y a Albus, ambos dormidos, ella con la cabeza en el hombro de el, ciertamente era muy afortunado al tenerlos como amigos.

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Besos,

Tamo :*

el trío de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora