No hay cabida para decepciones, dónde nunca hubieron aspiraciones.
Es triste, a veces darse cuenta que muchas cosas nunca cambian, que la guerra conviene más que la paz y el asesino tiene más derechos por audaz que el justo por intentar luchar. Que en éste mundo muerto la jerarquía es la líder y el débil siempre perderá si no muestra frialdad.
Saber remar en un barco tan hundido cómo éste mundo es el desafío más fuerte para la tripulación, y aunque seamos nosotros mismos, preferimos hundirnos con orgullo que remar por existir.
Al fin y al cabo, personas sin humanidad pretendiendo alcanzar la solidaridad sin siquiera intentar.