LUCES.

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La música sonó por los altavoces anunciando la entrada de su contrincante. Chocó los puños asegurándose de que las vendas estuvieran bien colocadas y los guantes en su lugar. El ruido de la gente en las gradas, tanto vítores como abucheos mandó una descarga de adrenalina en su torrente sanguíneo y en ese momento pudo haber salido disparado cuál toro de no ser por su entrenador que le mantenía con los ojos cubiertos, sin saber lo que pasaba a su alrededor porque cuando Wonho entraba en modo máquina destructiva no había quien lo parara. Recordó entonces que había pasado un pequeño detalle por alto. Su cuerpo entero se removía en la silla, imposibilitado para localizar a su manager y exigirle su teléfono. Alguien se lo tendió, después de bramar una orden y casi lanzar una mordida al pobre que solo hacia su trabajo.

—Gana.

Dijo la voz en la línea. Sonrió y murmuró una afirmación. Fue como si apretaran el botón de inicio. El maestro de ceremonias gritó su nombre cuando estaba en camino al ring, dos sujetos le guiaban por los codos, alguien le subió el gorro de la bata y le quitaron la venda de los ojos.

Luces cegadoras le recibieron, los paparazzi gritaban su nombre y el público aclamaba por su campeón. Tuvo apenas un segundo para enfocar su vista en el tipo que pretendía robar su título. Era al menos veinte centímetros más alto que él pero se movía lento y respiraba con dificultad, seguramente era de aquellos que no tomaban en serio su régimen y fumaban más de lo que entrenaban. Chocaron puños y se dirigieron a su esquina.

Wonho recibió indicaciones, el entrenador hablaba calmado, su equipo estaba confiado, Wonho se preparó hasta rayar en lo inhumano, ya calculaba los movimientos para acabarlo. El otro saltaba de lado a lado, sacudiendo sus brazos y tronando su cuello como si aquello fuera a impresionarlo, gastaba energía innecesariamente. Cuando Wonho dio un pequeño sorbo a la botella de agua, el otro, imitándolo, vació más de la mitad de la botella. Idiota, pensó Wonho.

La campana sonó, los luchadores fueron al centro en posición de guardia. El oponente intentaría golpear su cabeza a la primera oportunidad, Wonho podría usarlo a su favor. Estiró su brazo izquierdo, con la diestra le incitó  a acercarse, el sujeto mordió el anzuelo, lanzando un gancho a su cabeza, Wonho bajó su centro de gravedad y preparó su brazo derecho con la fuerza creciente desde los muslos, el otro brazo se mantuvo rígido frente a su rostro, una milésima de segundo en el que el golpe del oponente alcanzó su cabello y Wonho respondió con un gancho al hígado.

El tipo se dobló dejándole a Wonho el ángulo perfecto para un uppercut, su quijada crujió y se tambaleó hacia atrás con la mirada desencantada y luego cayó. Un encuentro demasiado breve para la audiencia que quedó en silencio mientras el réferi marcaba la cuenta regresiva, Wonho volvió a su esquina listo para  oír su nombre en el micrófono. El sujeto no se levantaría y cuando el réferi tomó su mano y la alzó en medio del ring, el público se deshizo en gritos y silbidos, su entrenador le pasó el cinturón de su campeonato y lo alzó, buscó con la mirada la primer cámara que se le atravesara, sonrió y muy sutilmente lanzó un beso, sabiendo que sería visto y recibido por la persona que le esperaba en casa. Bajó del cuadrilátero sin detenerse a dar entrevistas, quería salir de ahí lo antes posible.

Su equipo le abrió camino hasta los vestidores, le desenvolvieron las manos, se metió en la ducha y salió para encontrarse con todos festejando, se reunió con ellos, tomó una copa de champán y se retiró después de lo que consideró justo.

—Salúdalos de mi parte.— dijo su entrenador cuando salió, su manager le siguió hasta su auto.

—Conduce con cuidado— se despidió el hombre. Asintió, encendiendo el auto y puso marcha a casa.

(2Won) BLINDING LIGHTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora