Mi respiración estaba agitada mientras mis pies comenzaban a doler por la rapidez con la que pedaleaba a esas horas de la mañana. Se me había echo tarde para el colegio, mi despertador no había sonado y mis padres se levantaban más tarde que yo así que cuando mi cuerpo sintió que había dormido mucho me desperté lentamente, lo primero que hice fue tomar mi celular y ver la hora.
Faltaban solo 30 minutos para que iniciara la práctica matutina!!!
Me levante como alma que lleva el diablo, me bañe, me vestí, tome algo para desayunar y salí en mi bicicleta lo más rápido que pude. Así fue como me encontré pedaleando con rapidez hacia el Karasuno, mis piernas empezaban a pesar poco a poco pero no me detenía aun así.
Cuando finalmente llegué y deje mi bicicleta en un lugar decente, corrí hasta la sala del club para cambiarme notando que ya no había nadie ahí. Maldición! Me iban a regañar por llegar tarde!
Bajé corriendo las escaleras cuando todo estuvo listo y me dirigí al gimnasio con rapidez, iba llegando cuando me tropecé con las escaleras de la entrada y caí de cara al suelo. Los chirridos de los tenis y el botar de los balones se detuvieron en ese instante, levanté mi vista y todos mis compañeros se acercaban para asegurarse de que estuviera bien, incluyéndote, parecías... irritado?
"Hey, idiota! Fíjate por donde vas!"
Tú mismo tono de siempre, aunque ya me estaba acostumbrando seguía siendo algo molesto.
"Kageyama, no le grites, solo fue un accidente"
La dulce voz de Suga-san fue algo tranquilizante, mientras veía como tú apretabas los puños. Había hecho algo que te molestará de esa manera? Parecía que con mi sola presencia te había enojado.
El entrenamiento a partir de ahí continuo normal pero tú no me dirigías la palabra y solamente me mirabas, me sentía más pequeño de lo normal.
Cuando la práctica termino fuimos a cambiarnos y yo no te miraba, me sentía ansioso por hablarte pero quería que fuera en privado, no quería que los demás vieran si me gritabas. Uno nunca sabe con el genio que te cargas. Te la habías pasado dándome miradas asesinas.
Poco a poco la sala fue quedando vacía, pero tú no decías nada, ya habías terminado de cambiarte y yo sin decir nada me giré hacia ti con cautela. Estabas de pie a un lado de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome fijamente, tu ceño fruncido era aterrador. Regresé la mirada rápidamente y me puse la chaqueta del uniforme.
"Oye"
Me paralicé cuando escuche tu tono molesto.
"Ya grítame o mátame pero no me dejes sufrir así"
Pensé mientras me daba vuelta con lentitud y te ofrecía una sonrisa torcida por el miedo.
"Si, su alteza?"
Solté casi sin pensar. Segundos después me diste un empujón estampándome contra los armarios y te acercaste con un rostro enfurecido. Apenas tuve tiempo de soltar un quejido de dolor cuando golpeaste el armario con la palma de tu mano justo a lado de mi cabeza haciendo que diera un respingo.
"Como me vuelvas a llamar así"
Me advertiste. Y a juzgar por tu rostro, creo que no debí decirte de esa forma. Parecías realmente molesto. Tenía que encontrar alguna manera para calmarte.
Así que con lentitud levanté mis manos hasta acunar tu rostro entre ellas y dedicarte una sonrisa pequeña.
"Perdón, no te enojes"
Murmuré y a juzgar por tu expresión sorprendida, no te lo esperabas. Aproveché tu momento de duda para dejar un rápido beso en tus labios, aunque después me apartara con algo de vergüenza. Mis mejillas se sintieron algo calientes. Vi como tú ceño fruncido desaparecía por la sorpresa. Tu rostro me dio algo de risa así que, aunque diminuta, la solté. Desviaste tu mirada y yo me incliné tratando de buscarla.
"Eso no es justo"
Dijiste tan bajo que por un momento creí que lo había imaginado.
"De qué hablas?"
Me atreví a preguntar, pero la respuesta no llegó hasta que tú mismo tomaste mi playera obligándome a ponerme de puntas y uniste nuestros labios en un brusco beso, mordiendo mi labio inferior en el momento. Te alejaste con un leve rubor en tu rostro y saliste de la habitación azotando la puerta mientras gritabas.
"Vas a llegar tarde, idiota!"
Me quedé congelado en mi lugar, tratando de procesar lo que había ocurrido. Mi rostro explotó en distintas tonalidades de rojo y mis cabellos se erizaron. Maldita sea.
"Estupido Bakeyama!"
Grite mientras escondía mi rostro entre mis manos.
Ese día llegué tarde a clases con las mejillas sonrosadas. Te golpearía cuando te viera.
No tardo mucho pues después de las primeras horas, llegó el momento del almuerzo. Salí corriendo de mi salón para buscarte. Te encontré en el pasillo y corrí hacia ti dándote una buena tacleada provocando que ambos cayéramos y las miradas curiosas se fijaran en nosotros.
"Pero que te pasa, pedazo de imbécil?!"
Gritaste después de la confusión del golpe. Yo levanté el almuerzo que tenía entre mis manos y sonreí.
"Almuerzo, tú y yo, juntos"
Te quedaste pasmado por unos segundos y con un pequeño sonrojo en tus mejillas asentiste. Fuimos a la azotea, el día era excelente. Nos sentamos en una de las bancas que había. Estabas concentrado en beber tu pequeño cartón de leche, yo tenía mi almuerzo en mi regazo y mis pies bailaban en el aire. Maldita enanura. Te miraba de reojo pero tu no parecías notarlo. Suspiré. Me apoyé en tu hombro.
"Por qué siento que estas enojado conmigo?"
"Es tu imaginación, enano"
Ni siquiera me volteaste a ver. Te di un codazo por el costado.
"Mirame, Kageyama"
Dije con suavidad. Tus ojos se posaron en mí. Tu eterna expresión de enojo grabada en ellos. Puse cara de cachorro atropellado. Un pequeño tono rosado se dibujo en tus mejillas.
"Qué quieres?" sonreí.
Abrí mi almuerzo y tomé un poco de arroz con los palillos, después lo acerqué a tus labios. No dejabas de alternar la vista entre la porción de arroz y yo.
"Anda come, que se me cansa el brazo"
Comiste con la cara casi del color de un tomate. Toqué tu frente.
"Acaso ya te enfermaste, Bakeyama?"
"Callate"
"Qué mal genio" reí.
El almuerzo fue muy tranquilo. Regresamos a nuestros salónes. De tu rabieta de la mañana habías pasado a estar extremadamente tranquilo, ya no sabía que me daba más miedo. Las clases comenzaron y yo solo podía pensar en querer ir a la practica de la tarde. Quería rematar. Salí corriendo cuando la campana sonó.
La practica fue normal. Tu mal humor se había mantenido a raya. Decidimos quedarnos un tiempo más a practicar nuestro ataque rápido, aunque el entrenador Ukai nos había pedido que no estuvieramos tan tarde pero el tiempo pasó volando y cuando nos dimos cuenta, la lluvia ya amenazaba con caer. Fuimos a la sala del club y comenzamos a cambiarnos con rapidez.
"No quiero mojarme de camino a casa, recién me curé de un resfriado" terminé de cambiar mi playera y tu ya estabas terminando de guardar tus cosas.
"Con esa lentitud, seguro que te alcanza la lluvia"
Te quedaste de pie, viendome. Mientras guardaba mi ropa de forma torpe y me ponía la sudadera. Te acercaste a mí en silencio. Tomaste el cierre de mi chamarra para cerrarla. Me sonrojé un poco por tu gesto. Solo sonreíste.
"Vamonos, idiota" me diste una palmada en la cabeza y saliste.
Te seguí con las mejillas aún ardiendo. Pasamos por mi bicicleta y seguimos nuestro camino lado a lado. Ibamos por la tienda de Ukai-san cuando de repente las gotas comenzaron a caer con brusquedad.
"Maldición" murmuré
"Muevéte, Hinata!"
Gritasté mientras tomabas mi muñeca, apenas pude arrastrar la bicicleta y nos escondimos bajo el balcón de una casa. Sacudí la cabeza para quitarme el agua del cabello.
"Detente, idiota, me estas mojando, pareces perro" me diste un golpe en el hombro.
Hice un puchero y después miré al cielo. Me recordó al día en que nos habíamos confesado, eso me hizo sonreír. De reojo vi que también observabas el cielo. Me acerqué a tí y te abracé. Tus ojos se posaron en los míos.
"Qué haces?" tu voz se escuchó suave mientras abrazabas mi cintura.
Me quedé en silencio. Disfruté de tu calor, era tan reconfortante. Casi siempre maldecía mi baja estatura pero a veces creía que era perfecta para estar en tus brazos. Dejaste un beso en mi frente. Mis ojos se cerraron y el aliento me abandonó. Aferré mis manos a tu chamarra. Me pusé de puntas para poder alcanzar tus labios. Al principio como un ligero roce, después un beso intenso que baño todo mi ser. Me perdí en tus caricias, tus manos eran firmes pero delicadas. Me levantaste del suelo y envolví tu cintura con mis piernas. Ahora tú me veías desde abajo, compartimos una sonrisa. Apoyé mi frente en la tuya. Fue algo íntimo.
Después de varios minutos, me abrazabas por la espalda. Tu cabeza apoyada en mi hombro y yo acariciaba tu cabello distraídamente mientras veía al cielo llorar.
"No parece que vaya a parar pronto" susurré.
"Puedes venir a mi casa para que no tengas que ir todo el camino hasta la tuya"
La sonrisa en tu rostro decía que no tenías tan buenas intensiones como aparentabas.
"Bueno, supongo que tendré que llamar a casa y decirles que no llegaré esta noche"Hola, pequeñas criaturas de la creación.
He regresado con unos nuevos capítulos! Sé que ya pasó mucho tiempo desde que publiqué pero quería traerles unos cuantos momentos KageHina!
Tarde mucho, lo sé. Pero espero que los disfruten. Aún falta otro, no se apuren.
Bueno, creo que eso era todo.
Los amo~
Autora fuera.
![](https://img.wattpad.com/cover/114981619-288-k259178.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Amor de idiotas (KageHina)
FanfictionEl amor puede llegar a ser bastante divertido pero también tiene sus altibajos... como será el inicio de una relación de idiotas del voleibol? Portada hecha por: @nxturlx