"Te odio!"
Escuchar esas palabras saliendo de tus labios hizo que mi corazón se estrujara y mi rostro cambio totalmente. Apretando mis puños y mordiendo mi labio inferior para no soltar las lágrimas que se iban acumulando lentamente en mis ojos buscando desbordarse por mis mejillas. Que tanto dolor tenía que experimentar?
Salí corriendo de ese lugar mientras escuchaba tu voz llamándome con fuerza. Yo buscaba un lugar seguro, uno que me alejara de ti, uno que me alejara de mis sentimientos que insistían en aferrarse a tu ser.
Huyendo sentía como mis piernas se cansaban a medida que daba un paso más, no tenía noción del tiempo ni de la distancia que había estado recorriendo. Tropecé con brusquedad sintiendo el daño en mis rodillas y manos, mire a mi alrededor encontrándome en un pequeño parque completamente solitario. Entonces fue cuando me derrumbé, comencé a soltar lágrimas y grandes sollozos no solo por el dolor en mi pecho que lentamente me inundaba sino que también por el ardor que sentía en las partes que fueron dañadas tras mi caída. El sol estaba oculto tras unas grandes nubes que indicaban que pronto caería un diluvio y aún así no me levante. No quería.
Sentía mi alma caerse. Tus palabras me dolían en la parte más profunda del alma pues no sabía que era lo que yo había hecho que te hizo decir aquello, después de todo el esfuerzo que yo había dado para mantenerme a tu lado parecía no haber servido mucho. Por qué tenía que amarte?
Mi pecho subía y bajaba en una respiración irregular mientras trataba de limpiar mis lágrimas con la manga de mi sudadera, quería dejar de llorar, ya no quería.
Poco a poco comencé a sentir como unas pequeñas gotas caían sobre mi ser hasta que de un momento a otro el agua comenzó a caer con furia mojándome completamente.
Y aún estando empapado con la ropa pegándose a mi piel provocándome escalofríos, no me levanté.
No podía parar de llorar.
Levante lentamente mis manos y observe mis palmas, estás se encontraban raspadas y un poco sangrantes por el impacto. Ardían. Dolían. Mi pecho también dolía.
Me encontraba encorvado aún sobre el lugar en el que había caído y pude escuchar unos pasos acercarse a velocidad. No quise levantar la mirada, tal vez era una persona que buscaba refugio de la tormenta y no presté mucha atención. Fue hasta que los pasos se detuvieron justo frente a mi que levante la mirada encontrándome contigo.
Tú mirada azul oscuro irradiaba preocupación y angustia, tu respiración estaba completamente descontrolada por el haber corrido, tu ropa se encontraba completamente mojada pero te mantuviste firme frente a mi. Tú cabello negro se encontraba empapado y se te pegaba a la frente sin cubrir tus hermosos ojos.
Mi corazón dio un vuelco al verte ahí parado frente a mi como si fueras mi héroe, no lo pude soportar más y me levante rápidamente para después lanzarme a tus brazos llorando con aún más fuerza.
Tú me recibiste apretándome fuertemente.
"Por que saliste corriendo así, idiota?"
Sentí como depositabas un beso en mi frente con delicadeza buscando tranquilizar mis sollozos, logrando tu cometido. Mi pecho se sintió cálido y mi respiración se calmo rápidamente mientras con voz algo ronca trataba de responderte.
"Pues... porque... tú... tú dijiste que... que me odiabas"
Apenas y podía pronunciar palabra pues sentía las ganas de llorar inundarme de nuevo.
Las gotas de agua seguían cayendo sobre nosotros pero no sentíamos el frío sino un calor tranquilizador que nos abrazaba a ambos.
Entonces sentí tus brazos apretar un poco más mi cuerpo contra el tuyo como si tuvieras miedo de dejarme ir.
"Claro que no te odio enserio, torpe, eres mi mundo entero y si tú no estuvieras en el no tendría donde ir sintiéndome vacío, te odio por ser tan malditamente adorable, te odio por ser lo único que me hace sentir con vida, te odio porque eres lo que yo más deseo, me odio por no poder dejar de amarte de esta manera que me hace enloquecer cada vez que estoy cerca de ti"
Tus palabras hicieron que un calor inundara mi pecho haciéndome sonreír y soltar unas pequeñas lágrimas que se perdieron entre la lluvia.
Apreté mi agarre aferrándome a tu espalda, mi corazón parecía querer salir de mi ser y correr. Levante lentamente mi mirada para poder apreciar tu rostro junto con esos bellos ojos azul como el océano que me podían hacer delirar. Tú me mirabas serio y con el ceño algo fruncido.
"Nunca más saques conclusiones por ti, idiota"
Tus palabras sonaron tan serias pero aún así no pude evitar soltar una pequeña risa, me encantaba que ver tu preocupación por mi, porque no me hiciera ideas erróneas. Por qué me hacías sentir así?
"Te amo demasiado, Bakeyama"
Dije con una sonrisa plena que demostraba esos sentimientos que me inundaban.
"Y yo a ti, mi pequeño idiota"
Me miraste directamente a los ojos robándome el aliento y después uniendo nuestros labios en un pequeño ósculo cargado de emociones, un simple roce tan sutil que no me encontraba por completo seguro de que había sucedido. Me sonreíste con ternura y te abrace del cuello atrayéndote a mi para unirnos una vez más en un beso más seguro, más demandante y más intenso.
Lo único capaz de detenernos en ese instante fue nuestra falta de aire que hizo que nuestros labios se separaran pero que aún nuestras miradas estuvieran conectadas. Unas miradas que lo decían todo y nada a la vez. Unas que expresaban promesas y promesas que ambos estábamos dispuestos a cumplir.
"Después de esto nos enfermaremos, idiota"
Sonreíste y volvimos a unir nuestros labios por tercera vez bajo esa tormenta que caía sobre nosotros.
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Amor de idiotas (KageHina)
Hayran KurguEl amor puede llegar a ser bastante divertido pero también tiene sus altibajos... como será el inicio de una relación de idiotas del voleibol? Portada hecha por: @nxturlx