Después de una caída en un caso, decide hacer su último trabajo en el FBI para ser transferida a un precinto de detectives, el 99.
¿Podrá salir del hoyo?
¿Volverá hacer la misma chica de antes?
¿El detective podrá entrar a su vida?
| Jake Peralta...
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Un camión de helados estacionó frente a un mercado de la parte baja de New York. De este salieron tres hombres, se dirigieron hacia la parte trasera del camión y descargaron cuatro potes grandes de helado de vainilla.
Lo subieron a una carretilla y se adentraron al pequeño local.
Una mujer —morena, de ojos color chocolate, vestida con ropa cómoda, con su cabello atado y unos anteojos de pasta negra— se encontraba bailando cuando volteó hacia la puerta.
— Hola, señores. —sonrió a los tres hombres—¿Qué necesitan?
— Dile a Javier que Rito le manda su helado favorito. —habló uno de los tres hombres, con un diente de oro.
— Eh, Rosita. —llamó a su compañera.
— ¿Qué pasa? —se escuchó una voz detrás de la cortina.
— Ven aquí, querida. —respondió la morena.
Detrás de la cortina, salió una mujer —con el cabello rubio teñido y de ojos chocolates— mientras bailaba con un par de maracas.
— Baila conmigo, hermanita. —amabas se pusieron a bailar.
— Mueve esas caderas, Rosita.
— Baila conmigo.
— La cucaracha, la caracha, ya no puede caminar. Porque no tiene, porque le falta, las dos patitas de atrás.
Ambas mujeres pararon y soltaron una risa para después la recién llegada tomar la palabra.
— ¿Qué sucede, hermanita? —preguntó confundida.
— Estos hombres —los señaló— viene de parte de Rito con el helado favorito de Javier.
— Alto. —frenaron y quedaron como estatuas— Sigamos. —volvieron a bailar.
— ¿Podemos hacer negocios? ¿Si o no? —preguntó desesperado el hombre. La conducta de ambas mujeres ya estaba volviendo loco a los tres hombres en el lugar.
