10.

555 28 18
                                    

Después de ese, los días comenzaron a pasar con velocidad.

Penny y Gavin continuaron animándome "casualmente" mediante salidas y visitas a lugares los cuales todavía yo no conocía. A decir verdad, me hicieron sentir mejor. 

Sin embargo, mientras salíamos me di cuenta de que quizás Gavin podía ser alguien importante para mi prima, ya que ambos parecían amar pasar tiempo juntos y reírse de la vida. Penny también lucía más feliz al estar con él, por lo que esperaba que su futuro fuese bueno.

Era sábado por la mañana cuando desperté a eso de las ocho, sintiendo como los rayos de sol iluminaban mi rostro con fuerza. El día estaba bonito, más no era de extrañarse. 

Finalmente, era la fecha de compromiso de Diego.

La ceremonia sería por la noche, y todos iríamos previamente a la iglesia a eso de las siete de la tarde. 

Claro está, mis ánimos por asistir eran nulos, pero sabía que no podía dejar de hacerlo. En teoría, esa sería la última vez que hiciese algo por mi amigo.

Durante el día, realicé mi rutina con normalidad como solía hacerlo, pero mi prima intentó no comer nada, ya que decía que su vestido le quedaba demasiado justo.

- Eres más flaca que yo, Penny. Literalmente no debes preocuparte. - comenté una vez que ambas habíamos iniciado a arreglar nuestro cabello. - Además, por qué te importa tanto lucir delgada?

- No es obvio? - rio con sarcasmo. - Los amigos de Diego son tan apuestos. Tengo que estar a sus expectativas. - agregó mientras comenzaba a ponerse base en su rostro.

- Creí que estabas con Gavin. - opiné sin mirarla, pero esta se detuvo a verme a mi.

- Por qué pensaste eso?

- Bueno... - suspiré dirigiendo mi mirada a ella. - Cada vez que salimos, parecen felices de estar juntos. 

- Eso es verdad, pero... - de repente el ambiente se apagó un poco. Entonces puse toda mi atención a mi prima.

- Pero? - arqueé una ceja.

- Pues no lo sé. Últimamente siento que no quiero nada en serio. - Penny continuó haciendo su maquillaje. - Se que es feo que lo diga así, pero...

- Tienes miedo de salir herida? - arqueé una ceja, consternada por sus sentimientos.

Penny asintió pausando sus movimientos por unos segundos, más luego me miró sonriendo.

- Sabes... Yo creía que Diego y tú estarían juntos por siempre... Realmente los envidiaba. - empezó a decir - Envidiaba la relación hermosa que tenían... Pero ahora... Ahora siento que ya nada tiene sentido.

En ese entonces, más que ganas de llorar, me sentí enojada al oír sus palabras.

- Qué diablos estás diciendo?! - arqueé ambas cejas, molesta. - Penny, acaso eres estúpida?

- Lola, tú—

- Esta bien que me hayas tomado de referencia en un pasado... Sin embargo, mi vida no es igual a la tuya y nunca lo será. - continué hablando, velozmente. - Y si. Lo mío con Diego no pudo ser... Pero eso no significa que lo tuyo no pueda ser con alguien más. Alguien como Gavin por ejemplo.

- Lola...

- Encima, vienes a decirme todo esto tan fácilmente... Acaso crees que no me duelen tus palabras? - de repente, un sentimiento de angustia había tomado mi voz, quebrantándola. - Piensas que ya lo superé?

- Ay Lola... Diablos, tienes razón... Soy muy idiota.

Mi prima corrió hacia mi al verme llorar, y yo suspiré frustrada, ya que, a pesar de que me hubiese ofendido, sabía que en el fondo, esa era mi realidad.

Y no había nada que pudiera hacer para evitarla.

+
Por la tarde, terminé de alistarme junto con Penny, mirándome al espejo mientras ponía un último toque de rimel a mis pestañas. 

Estaba linda, preciosa, más no me veía así de ninguna forma.

En mi cabeza, en mi mente, lo único que pasaba por ella era lo mucho que sufriría al ver a Diego tomar la mano de otra mujer que no fuese yo. Y realmente me dolía.

Me frustraba saber que todavía no había podido asimilarlo, que todavía creía que Hurley podía cambiar de opinión. Me molestaba saber que este era oficialmente nuestro fin, y que, después del casamiento, probablemente ambos dejaríamos de hablarnos para siempre.

Fue por eso que para cuando Penny, Gavin y yo estábamos por bajar del taxi, llegando al lugar, decidí salir de este primera y correr hacia la parte posterior de la iglesia.

Claro está, ignoré cualquier llamado que mi prima o mi amigo me pudiesen haber hecho, ya que mi intención era solamente una.

Al estar en la puerta de atrás del lugar, suspiré entrecortadamente, intentando recobrar el aire, y me acerqué a esta para abrirla. No obstante, antes de que pudiera hacerlo, Hurley salió de allí, vestido ya de traje, con su cabello perfectamente peinado y sus gemelos de plata sosteniendo las mangas de su camisa.

Al notar que estaba en frente suyo, arqueó ambas cejas, mostrándose sorprendido.

- Lola... - me miró fijo, un tanto preocupado. - Qué haces aquí? - preguntó, más supuse que ya lo sabía.

Mi boca quería hablar, pero de alguna manera, las palabras no salían. En ese entonces, tan solo continuaba mirando a Hurley. Mirando lo mucho que había crecido.

Y, de repente, miles de recuerdos comenzaban a rondar por mi cabeza, como si se tratase de una película en cámara rápida; como si nuestra amistad hubiese sido tan solo un simple destello en el cielo.

- Lola... - este me llamó la atención otra vez, ahora mirándome triste. - Deberías volver con Penny... La ceremonia está por empezar-

- Lo siento. - lo interrumpí, mirando hacia el suelo.

Diego se quedó callado, entonces comencé a hablar.

- Mira... - tomé una bocanada de aire. - Se que de seguro esto no te importará... Pero la verdad es que yo ya no puedo más. - mi voz se quebrantó. - No puedo más Diego, lo siento mucho...

Mis ojos se cristalizaron, y entonces comencé a llorar.

- Se que ella es perfecta para tí, y de seguro tu lo eres para ella... Es por eso que espero que sean muy felices juntos. - alcé mi mirada, para notar que Hurley me observaba consternado, y parecía sentir mi tristeza. - No quiero pedirte que no te cases con ella, porque sería egoísta de mi parte hacerlo ... - comenté intentando calmarme - Pero es cierto que si me preguntan si te amo, la respuesta sigue siendo si...

- Smith... - Diego tomó mi brazo, más me deshice de su agarre con suavidad. - Yo...

- No. - lo frené. - Por favor Diego... No lo hagas. No arruines tu felicidad por mi culpa. No te lo mereces. - agregué suspirando, ya más relajada. - Tan solo prométeme una cosa.

- Dime. - el peli rubio asintió, aún con la mirada fija en mi.

- Prométeme que, hagas lo que hagas, siempre eligiras el camino que te haga feliz... Realmente mereces ser feliz. - lo miré a los ojos, esta vez sonriéndole.

- Lo prometo. - respondió asintiendo, antes de poder secar una lagrima que caía de su mejilla.

En ese entonces, dejé de hablar y el silencio invadió el lugar. Ambos nos miramos, más terminé por alejarme de él y luego de la iglesia, corriendo hacia adelante, solo que esta vez, sin volver a llorar.

Al regresar a la casa, me desvestí y cambié por ropa de día, y saqué mi maleta del armario, guardando ropa en ella, antes de poder cerrarla. Luego, salí otra vez de mi hogar y pedí un taxi.

En menos de cinco minutos, me encontré dirigiéndome hacia el aeropuerto de la ciudad.

-

El capítulo que sigue es el final.

Mi Mejor Amigo [3] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora