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El día siguiente, Hyeongjun no hizo mas que relajarse disfrutando una mañana en la playa junto a sus padres. Se bañó por horas y en la tarde llegó directo a acostarse con las palabras de Seungyoun rondando en su cabeza.

Al tercer día, el adolescente despertó temprano. Las maletas seguían arrinconadas en su cuarto tal cual las dejó el primer día, sin cobrar mayor importancia.

Se levantó, decidido a iniciar con buen pie el día. Empezaría por dar unas vueltas en la playa, iría a algunas tiendas y si todo iba bien, compraría algo de ropa.

Sin más salió de casa y aunque no le importó el desayuno, igual caminó con el bloqueador en la mano. Y dado que en esta vida todo tiene un motivo, el de Hyeongjun fue la posibilidad de encontrarse con Hangyul en su entrenamiento diario.

A sus padres les dijo que esto de salir a correr tan temprano por la mañana lo hacía por mejorar su físico, que ya no era un niño, que a las chicas de su escuela les gustaba un cuerpo trabajado como el de su hyung y no uno flacucho como el suyo. Obviamente era mentira, una muy boba por cierto, pero es lo mejor que se le ocurrió cuando la noche anterior, su madre lo descubrió dándole "me gusta" a unas fotos algo reveladoras en el instagram de Hangyul. Que vergonzoso.

Apartando ese humillante recuerdo, prosiguió con su camino y pensó en las últimas publicaciones hechas por el mayor en su cuenta personal. Estas daban a entender que solía comenzar su rutina entre las cinco o seis de la mañana. Se ejercitaba un par de horas, y antes de marcar las siete en punto, ya estaba esperando a Seungyoun para tomar desayuno juntos.

Bien, quizá calcular las horas en las que Hangyul se tomaba las fotos de acuerdo a la posición del sol o molestarse en buscar en google cuál de todos los locales era al que ellos iban a desayunar era pasarse un poco de la raya, pero... ya fue pues. Ya lo hizo, y gracias a eso tenía una idea de donde encontrarse con él casualmente.

No obstante, sus planes fallaron y nunca llegó a cruzarse con Hangyul en su trote por la playa, tristemente el esfuerzo había sido por nada.

Descontento y con el ánimo más bajo que las profundidades del mar, decidió darse una vuelta por los restaurantes cuando la hora dio cerca a las siete y media. Por la hora, las posibilidades de encontrarlo eran pocas, pero como nada perdía intentando, aceleró el paso con el dolor en sus piernas y el cuerpo sudado.

-Haste una Diosito -pensó.

Y claro que Dios se hizo una, pues casi se le cae el mundo encima cuando lo vio sentado tomando jugo. El tipo más guapo de la galaxia estaba ahí, tomando desayuno y él con el cuerpo todo sudoroso. Genial.

Recordaría ser mas específico con lo que pedía.

Como pudo se tragó la vergüenza y caminó hacia Hangyul. En esos cortos metros, agradeció un montón el poder encontrarlo, pues bien sabido era que estas cosas no suceden dos veces, y menos con alguien que tiene al mejor amigo colgado del brazo.

Hyeongjun suspiró, su apariencia no era la mejor. Aunque ya antes se había presentado frente a esos dos amigos en igual o peores condiciones. Como la vez que le salió acné y Seungyoun soltó una risita al ver su pequeña cara angustiada por los granitos. Claro que el mayor de los tres chicos no lo hizo con malas intenciones, pero saber eso no evitó que se sintiera cohibido.

-Hyung, buenos días -saludó entusiasmado sin la mínima intención de ocultar la gigantesca felicidad que le causaba el tener una oportunidad de conversar con él. -Que raro verte solo. ¿Seungyoun hyung se quedó dormido? - preguntó curioso.

El sueño del círculo [Gyulem/Seungyul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora