•• II. CHESS ••

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Todos los derechos a su creadora, Alina Kovaleva. Sólo la historia es mía.
Advertencia: poco BL únicamente.
¡Disfruten la lectura!

El conservatorio nunca había sido especialmente mi sueño, mi sueño era la música

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El conservatorio nunca había sido especialmente mi sueño, mi sueño era la música. Pasar todos los días enfrente de el y escuchar hermosas melodías desde afuera había sido justo lo que me habría atraído a el, pero la verdad fue que toda esa emoción era muy por debajo de la que sentía cuando estaba con los chicos que tocaba de vez en cuando. Había una comparación abismal, y sin embargo... Glam era todo lo contrario.

Glam era el chico más listo que alguna vez hubiera podido conocer, y justo por eso fue que no dude en darle el chance a el. Porque lo merecía, y porque era su sueño, un sueño que se le había arrebatado injustamente y que ahora, por obra del destino podía continuar.

Claro que no todo fue tan bueno al principio, pues si bien a mi madre le iba bien en su cafetería, no contaba con lo suficiente para pagar la costosa colegiatura del conservatorio, a lo que Glam tuvo que buscar una beca con urgencia para no ser echado luego de que los primeros cuatro meses -que había sido pagados con anterioridad- caducaran.

Y henos aquí, yo afinando mi guitarra mientras veía alguna aburrida sería en el televisor y el repasando no sé cuantos libros llenos de partituras y datos de instrumentos antes de volver a su práctica de violín. Llevaba así apróximamente, ¿Que...? ¿Dos horas? Y recién iba a ser medio día. A veces no sabía si realmente estaba viviendo con un ser humano o un súper dotado. Lo que fuera, hacia ricas tostadas.

Glam -lo llamé, pero al igual que hace una hora, parecía haberle hablado a la pared o algo asi porque no me hizo ni un poco de caso-. ¡Glam! -hable un poco mas fuerte, pero, de nuevo, no funcionó.

Rodé los ojos mientras que dejaba mi guitarra encima del sofá. Camine los pocos pasos que había hasta la entrada de la cocina y toque el hombro de mi amigo tan pronto estuve detrás suyo. Su cuerpo dio un pequeño respingo y solo entonces sus grandes y azules ojos se posaron en los míos.

—Ah, Chess, ¿qué pasa?

—¡Eso debería preguntar yo! ¿Qué demonios pasa, amigo? Debes tomar un descanso. Tienes cara de loco.

Su única respuesta fue una risa, y luego dejó el violín encima de la mesa. Cerró los ojos un momento, dando un masaje con sus dedos en sus párpados.

—Uhm, perdón. Creo que me estoy excediendo de nuevo.

Asentí únicamente, y luego no pude moverme. Mis ojos se enfocaron en la cara de Glam, quien parecía como perdido, con su cabello despeinado, apuntando en todas direcciones y los hombros decaídos. De pronto me recordó a hace cinco años. A ese Glam debajo de mi puerta, mojado y con la mirada perdida.

—Glam —le llamé esta vez por su nombre y tal vez hasta con un tono más suave del que acostumbro—. ¿Realmente estás bien? Sabes que puedes hablar conmigo cuando quieras.

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