Gianduia

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—¿Trufa?— 

—Sí por favor, ¡Ah!, ¿Chocolate amargo?

—Lo siento, sólo tenemos pasteles. Y no creo que encuentres aquí algo amargo. 

—¿En verdad?

—Aquí dudo que lo hagas. Pero creo que hay una chocolatería al otro lado de la ciudad. Podrías intentar. Lo que podría ofrecerte suelto sería...— con duda observo los postres y panes que había en la tienda, no eran algo que pudiera ofrecer, que el chico necesitara. Con algo de duda dejó al chico frente suyo solo, caminando a la parte trasera del lugar, rumbo a los vestidores y sacar su mochila. Había comprado chocolates un día anterior. Pero el chico se veía desesperado. Regresó dejando la pequeña giandulia frente a él y sonreír—, es el único chocolate que podría ofrecerte. No es amargo, pero creo que en todo este lugar es lo único que podrías encontrar. 

La mirada del moreno era indecisa, tenía una ligera mueca, eso no era lo que necesitaba. Pero debía llevar uno. Sonrió levemente asintiendo. La chica sonrió dada por hecha la compra. 

—Tenga buen día— 

—Igualmente—sonrió saliendo de la cafetería y caminar a tomar el transporte. 

Sí, estaba más cerca del hospital, estaba más cerca para ver a su hermana. Pero tenía lejos la chocolatería, quedaba lejos de aquella trufa que a su hermana le gustaba comer. 

Ese chocolate que hacía feliz a su hermana.

Con una mirada decidida, vio el camino. No importaba si se levantaba temprano, no importaba si tenía que esperar a que abrieran el local. 

Él obtendría diario esa trufa, él diario llevaría ese chocolate a su hermana. 

Él mantendría la sonrisa de su hermanita en su tratamiento. 

Miró hacía abajo, al chocolate en su mano. 

No tenía idea de que era eso. No sabía que tipo de chocolate era el que le llevaba a Socorro. Sólo esperaba que su hermanita pudiera disfrutarlo. 

Sólo por ese día, mañana le llevaría, sin importar qué, esa trufa. 


Chocolatería (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora