Nueve.

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-¡Ross!- exclamo, enojada.

Acaba de salir de mí y darme la vuelta, ahora estamos nuevamente cara a cara. Estoy por decirle algo pero vuelve a hundirse en mí antes que lo haga, ahora si observando mi rostro.

-Lo siento- ríe- Necesito ver tu rostro cuando me corra dentro de tu delicioso coño.

Muerdo mi labio inferior.
Observando las gotas de sudor resbalar por su frente.

Una de sus manos, se mantiene en mi cintura, y la otra sube hasta llegar a mis pechos, juega con mis pezones haciéndome gritar de placer.

Abro más las piernas, hasta el tope.
Robándole un gemido a Ross.

-Mierda ______________, eres ardiente.

Agacha su torso para besarme.
Y no dudo en seguirle el beso.
Nuestros corazones agitados también se juntan.
Latiendo rápido pero al mismo tiempo gracias al placer que se esta produciendo en nuestros cuerpos.

Su lengua toca la mía.
Deleitándome.
Oh Ross... cuanto te extrañé.

Se separa de mí para poder concentrarse más en la situación, y sigue con el mismo ritmo de antes, llenándome por completo.

-¿Tienes novio?

Me pregunta.
Gimo.
Niego con la cabeza.

-No estaría aquí si tuviera.

Respondo.
Recibiendo un azote en mis pechos por mi respuesta.

-Siempre tan correcta mi _____________.

Sonrío.

-¿Haz tenido otro novio además de mí?- pregunta, mirando nuestros sexos, sin dejar de penetrarme- ¿Alguien te ha cogido de la misma forma en la que lo hago yo?

Río.
Ross y sus juegos sexuales donde se alaba para llegar al orgasmo.

-He tenido un par de novios- lo observo- Y bueno...

-¿Follaste con ellos?

-Sí- dejo caer mi cabeza en el sofá- Al igual que tú, ¿verdad?

Ross sonríe, mordiendo su labio inferior.
Pero que sexy es.

-Es cierto, pero ¿sabes? ninguna pudo reemplazar las tremendas cogidas que nos dábamos.

Mojo mis labios con mi lengua.

-Digo lo mismo.

Me bombea más fuerte aún, como si le hubiese excitado lo que acaba de decir.

Hasta que la platica se acaba, y su sala principal comienza a llenarse de pequeños gritos por parte mía, y gruñidos por parte suya.

-¿Puedo grabarte?

Pregunta, mirando mis pechos.
Frunzo el ceño.
Intentando concentrarme en sus palabras, pero me es imposible ya que estoy apunto de llegar.

Cuatro embestidas más y tengo un teléfono con flash enfocándome todo el cuerpo, mientras murmura algo que no llego a entender.

Suspiro.
Una y otra vez.
Gimiendo más fuerte por las seguidas embestidas de Ross hasta que siento su líquido caliente dentro mío.

Ross cae rendido contra mí, el teléfono con el que acababa de grabarme, cae al piso.
Siento sus manos aún tocar mi cuerpo, hasta que se detienen en mi rostro.

Es allí donde se separa de mí, y me besa nuevamente, pero ahora de una manera tranquila...

Como una... despedida.
Porque claro, eso es lo que es.

El mismo de ayer | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora