Cuatro.

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Entro al pequeño departamento de Ross, sintiendo sus manos fijas en mi trasero, haciéndome estremecer. Sonrío, sin poder de dejar de pensar en lo satisfactorio que va a ser esto.

Va a poder darse cuenta de lo que perdió por ser un adolescente imbécil.

Escucho el sonido de la puerta cerrarse haciéndome saber de que por fin esto esta iniciando.

Sus labios están en mi cuello, besando cada rincón como antes lo hacía, solo que esta vez, con más experiencia. Siento su pecho pegado en mi espalda, de inmediato siento algo punzante contra mis nalgas.

Su erección.
Y vaya que está dura.
Muy dura.

Me volteo, quitándome los tacos que traigo puestos y me apego aún más hacia él. Gimo al sentir sus manos sobre mis piernas, acariciando toda su extensión.

Oh Ross...
Nunca dejaste de ser bueno en esto.

Sus labios besan los míos como aquella última vez en la que lo hicimos dentro de esa horrorosa cabaña.
Me encargo de torturar su cuero cabelludo mientras su labios devoran los míos.

Sus manos ahora están en mi cintura, levantándome la falda que tengo puesta. Me separo de él para tomar aire, y sin más, me quito la falda, observando como se quita la camisa que está usando.

-Por Dios _____________- jadea, mirándome de pies a cabeza- Mírate... estas tan hermosa.

Muerdo mi labio inferior y procedo a desprenderme de la camisa que estoy usando, quedando en ropa interior. Los ojos de Ross recorren todo mi cuerpo, mirándome como si fuese la única mujer en toda la faz de la tierra.

Me volteo.
Dándole una vista casi completa de mi culo, para luego sentarme en el sillón de su sala principal, me abro de piernas.

Él no tarda en venir hacia mí y ponerse de rodillas. Sonrío.

-Me pone tanto que sigas usando ropa interior blanca... ¿recuerdas lo mucho que me excitaba?

Asiento, llevando mis dedos hacia mi intimidad, me toco, gimiendo ante el contacto, deslizo mis dedos una y otra vez por encima de mi clítoris.

Ross está viendo todo el espectáculo, deseoso.
Puedo darme cuenta como su pantalón está por romperse por su erección.

Sus manos retiran la mía de mi intimidad y comienza a hacer el movimiento que estaba haciendo con sus manos, tiro mi cuerpo hacia atrás.

Se siente tan bien...
Sus labios bajan hacia mi abdomen y comienza a besarme allí, bajando cada vez más hasta llegar a mi trusa, que por cierto a estas alturas ya esta empapada.

Gime al hacer a un costado el medio de mi trusa, observando mi húmeda vagina.

-Maldita sea, ____________- jadea, y no tarda en enterrar su rostro en esta.

El mismo de ayer | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora