Cegada por el amor de un asesino.

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Era menor de edad, por esta razón me tendrían que trasladar al pabellón de niños. Mis noches en ese lugar fueron de las más horribles que he podido pasar, no se imaginan que es intentar dormir después de un día larguísimo de preguntas repetitivas, con las mismas respuestas y que un niño de 4 o 5 años entre en hospitalización y tenga que ser canalizado, si, a las 4:00 am. La habitación era demasiado pequeña, así que cualquier ruido que hicieran en una esquina alejada se escuchaba. Todos los niños gritaban con sus pequeños pero realmente potentes pulmones al sentir la aguja en la venita de su mano.

La comida del hospital, el ambiente del mismo y también la razón por la cual estaba allí metida eran terribles. La mayoría de los alimentos eran sopas sin ninguna pizca de amor en ellas. Cada que los medico o enfermeros cambiaban de turno tenían que pasar cama por cama a leer la historia clínica para saber a quien tendrían a cargo, cuando llegaban a mi cama era el momento mas incomodo del día, eran aproximadamente 5 personas en mirando mis heridas aun bastante recientes, el doctor leyendo mi historia clínica "intento de suicidio" ¿con que cara creen que esas personas me miraban? 

No sabíamos el por qué estaba yo allí metida por tanto tiempo, lo que nos decían los doctores era que necesitaban llevarme a el hospital psiquiátrico, pero lo que pasaba era que ellos aun no habían aceptado mi cita. Sobra aclarar que durante y después de mi estadía por esos lugares se me negó totalmente el uso de redes sociales y demás, lo único que tenia era mis libros, claro, también los tenia limitados, ya que se me prohibía leer sobre depresión, así que el libro que pedi fue:  "Alicia en el país de las maravillas: a través del espejo". Después del cuarto día aun tenia la canalización puesta, el funcionamiento de aquella es medicar a los pacientes, pero en mi caso yo no estaba siendo medicada, así que era simple sufrimiento en vano que tuviera aun ese horrible aparato en mi vena. Un doctor con un corazón enorme se encariño conmigo, siempre me preguntaba cosas distintas a las que siempre estaba obligada a escuchar, me preguntaba sobre mis lecturas, lo que me gusta hacer, jamas le escuche a ese señor preguntarme algo sobre mis heridas o del por que lo hice. Mi vena estaba muy hinchada, lo que los enfermeros querían hacer para poder solucionar eso era quitarme la canalización y ponerla en la vena del pie ¿podrían ustedes imaginar eso? Ni pensarlo, estaban totalmente locos, pero, por desgracia, en ese lugar tu opinion no vale de nada. El doctor intervino entre esta discusión y tomo la decision de quitarme la canalización por completo, no me estaban medicando y le parecía una estupidez que un tuviera eso en mi cuerpo. Dicho y hecho, me quitaron la canalización, ya no tenia que ir al baño con un tubo en la mano intentando succionar mi sangre, que por cierto, cuando se desconectaba, succionaba tu sangre y al conectarlo se media toda de nuevo y era realmente placentero. 

Puedo decir que en todo este tema los psicólogos eran los más cansones, siempre con las mismas preguntas, creyendo que van a poder ayudar, pero lo único que logran es hacerme sentir que quiero canalizarme los oídos para no escucharlos mas. Intentaban hacerme decir cosas que ellos querían escuchar, todo con el fin de hacer su trabajo mas sencillo, pero no amiga psicóloga, mi mamá no me golpea, no amigo psicólogo, mi papá no me ha dejado días sin comer para querer matarme. 

Con respecto a mi familia, al paso de los días se pudieron relajar conmigo, pero comenzaron a enojarse con el hospital, por la cita al hospital psiquiátrico que estaba tardando demasiados días. Cuando por fin, llega el día en el que me sacan de ese  hospital en ambulancia y me meten a otro muchísimo mas grande, era muy alejado de la sociedad y era inmenso, su estructura era como la de una universidad muy prestigiosa de Londres. Me hacen esperar unos minutos antes de entrar a un cuarto con tres psiquiatras, al hacerlo me siento en la mitad de aquella habitación. seis ojos me miran, me detallan y me juzgan.

-¿Qué fue lo que hiciste?- me pregunta el psiquiatra de la mitad, que era calvo, es lo único que me acuerdo de él, ah, y que tenia una cara de ser muy mala persona. 

-Me corte el brazo izquierdo- Logro responder, esperando que mis latidos lo dejen escuchar, porque hasta yo me siento sorda con ellos. Las personas presentes comienzan a escribir en sus libros.

-¿Podrías dejarnos ver?- pregunta el mismo hombre, parece que el resto solo están de adorno o solo para juzgar. Me levanto el manga de mi pijama rosa con rallas blancas que me compro mi papá cuando tuvo tiempo de salir del hospital, ya que mi pijama anterior tenia mangas cortas, así que daba mucho de que hablar. Nuevamente, seis ojos fijos a mis heridas. Luego de varias (pero nada nuevas para mi) preguntas el mismo hombre calvo me pide que por favor deje pasar a mis papás. 

-Ya puedes entrar- Es mi mamá la que pronuncia estas palabras, yo me encontraba recostada en la camilla mientras ellos tenían su extraña intervención. Le hago caso y entro con ella a la habitación, me siento en la silla en la que me encontraba en mi intervención. 

-Mira, lo que se concluyo es que tu no tiene nada de depresión, ni un rastro de aquella, tu lo único que querías era llamar la atención, pero, que quede bastante claro, si lo vuelves a intentar o tus papás se dan cuenta de algo extraño que estes haciendo te internaremos, de inmediato, tenemos cuartos y camas disponibles todo el tiempo. Luego de una charla mas profunda con el psiquiatra y mis papás sobre el por qué quería llamar la atención tomamos todas mis cosas, el libro de Alicia y nos dirigimos rumbo a casa. Fueron días realmente agotadores y lo único que quiero hacer es llegar a dormir, espero que eso sí lo tenga permitido hacer, ya que me dieron restricción para la mayoría de actividades comunes.