6

82 6 1
                                    

Trato de entrar lo mas relajada posible al salon de clases, como si no hubiera faltado tantos días por intentar matarme. Todos intentan no mirarme y comenzar a chismorrear entre todos, comienza un silencio realmente incomodo, pero como les cuento, intentan hacer que no existe. Para ese entonces tenia un amigo, Daniel; fanático de Lady Gaga, también escribía algunas cosas, medio depresivo, gay. 

-¿cómo estas? ¿qué paso?- me pregunta Daniel cuando me siento cerca a él, era una de las pocas sillas vacías en el salon. Yo me limito a hacer seña de negación con la cabeza para que las personas a nuestro alrededor no escuchen la tragicomedia que le traigo.

Llega nuestra primera hora de clase, nada interesante. Aun el ambiente sigue un poco pesado, hago como si nada de eso me estuviera importando. En un corto tiempo entre clases logro contarle a Daniel lo sucedido, se sorprende demasiado al saber que pasaron demasiadas cosas en tan pocos días, también me dijo que todos en el salon estaban hablando de eso, que estaban pensando que había muerto de verdad, y eso explica el porque me veían como fantasma cuando entre por la puerta.  

En la hora del descanso Daniel y yo estamos sentados en nuestro lugar favorito del colegio, allí notamos a la muchacha que se dedico a difundir mis ganas de morir a medio colegio. Está de pie frente a nosotros, dura alrededor de 2 minutos así. 

-Hola Camila ¿Buscas algo?- Le pregunto para romper este silencio tan extraño que acabó de crear. 

-Me gustaría decirte disculpas- Dice mientras se sienta a nuestro lado.

-¿por qué?- La miro con mi mirada de confusion falsa, porque sé de lo que se disculpa.

-Por mi culpa ahora todos piensas que habías muerto, y ahora que estas viva todos saben que querías morir, o que quieres, no sé, ese tema me confunde muchísimo.- Si, claramente hablar y pedir disculpas no es lo de Camilita. 

-Mira, ya no te preocupes, lo que dijiste, ya lo hiciste.- trato de calmarla, al fin de cuentas lo que importa es la intención y ella intento disculparse. 

-Pero es que no quiero tener remordimiento si mueres.- Daniel y yo la miramos en señal de pena ajena, nadie en sus cinco sentidos diría algo como eso. 

-Bueno, por el momento no va a suceder, así que relájate.- Le respondo ya fastidiada por su presencia y sus maleducados comentarios. 

Luego de entrar del descanso, nos acomodamos todos en nuestras respectivas sillas, cuando nos disponemos a comenzar clase entra una muchacha, llamándome a mi para ir a la sala de la consejera. Al llegar me siento frente a su escritorio, para serle sincera, jamas la había visto en mi vida. 

-¿Cómo estas Adela? me gustaría informarte que nos estaremos encontrando dos veces a la semana y espero que nuestras visitas te ayuden de algo. 



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cegada por el amor de un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora