III. Todo lo que no hubieras buscado

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...

Hay mujeres

de ojos verdes

con alma de zorra

Unas cien veces. Elvira Sastre

...

Echó la cabeza hacia atrás, y reparó en el color azul pálido de la madrugada. Por el silencio y la quietud que reinaba a esas horas, ese era su momento favorito del día. Ayer mismo, había disfrutado de sus colores mientras Sakura aún dormía. Pero ahora, el olor penetrante a quemado arruinaba cualquier contemplación.

Uno de los sujetos terminó de aplanar el túmulo de tierra, en donde enterraron al último cuerpo que habían encontrado. Habían sido diez personas en total, tres mujeres y siete hombres. Sasuke agradeció que fuera él, y no su compañera, quién estuviera realizando tan ingrata tarea.

Aunque el único culpable de esa tragedia era la naturaleza y sus violentas manifestaciones, él sabía que Sakura cargaría con cierta culpa por no haber sido capaz de salvarlos. Pero no había nada que ellos pudieran haber hecho: probablemente, el fuego los había atrapado antes de que ellos llegaran.

Sasuke observó las espaldas de los hombres. Estos oraron a sus muertos, brevemente, y luego se volvieron en dirección al pueblo.

Los siguió. Observando sus espaldas corpulentas, y sus manos gruesas y agrietadas, entendió que eran gente de trabajo arduo, acostumbrados a las penas y los sacrificios.

Volvieron en silencio. Ninguno mostraba ya el recelo y el temor de hace horas atrás. ¿La ayuda que había prestado, apagando el fuego, habría sido razón suficiente para que dejaran de temerle? ¿O estaban tan sumidos en sus muertos, que no había ya lugar para eso?

...

...

Encontró a Sakura sentada sobre una manta en la tierra, rodeada por algunos suministros médicos que había traído en su mochila. Estaba atendiendo a su último paciente, una embarazada con quemaduras en el tobillo. Cuando terminó de curarla, esta se levantó y se marchó raudamente sin siquiera agradecer, y Sakura, a pesar de su insolencia, la despidió con una sonrisa. Luego escribió algo en su cuaderno de viaje, frunciendo el entrecejo. Sasuke notó que había llenado varias páginas de nuevas anotaciones.

Tenía ojeras y estaba visiblemente agotada. Al verlo, ella sacudió la mano saludándolo, y se puso de pie para recibirlo.

—¿Cómo fue todo?

—Bien —respondió, sin dar más detalles. A su alrededor los aldeanos se daban a la tarea de limpiar y hacer un recuento de las pérdidas materiales. Si bien ya no corrían despavoridos, era claro que buscaban evitarles—. Sakura, convocaré a Garuda y nos marcharemos.

Ella se llevó la mano a la nuca, y se rascó detrás de la oreja, esbozando una sonrisa nerviosa. Sasuke la conocía lo suficiente, como para suponer que Sakura había estado urdiendo otros planes por su cuenta. Apenas ella abrió la boca para hablar, él la suprimió sin rodeos:

—No. Sea lo que sea, la respuesta es no.

—¡Hey! Ni siquiera me diste lugar a explicarme.

La ignoró y se llevó el dedo pulgar entre los dientes, listo para morder y conseguir un poco de sangre para la invocación. Pero Sakura le retuvo la mano y le dijo seriamente.

—Entonces te irás solo.

Sasuke bajó la mano, y frunció el entrecejo, ante la mirada fría y cortante de Sakura. ¿Solo? ¿Pensaba continuar ella sola, sin él? ¿Acaso no habían planeado esto juntos? ¿Acaso no eran una pareja? ¿De qué estaba hablando?

Al Sabor de lo AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora