capítulo 1

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Invierno, En algún lugar del mundo.

Era momento de partir hacia un nuevo destino. Las maletas al ras del suelo se movían sin frenesí tras mi agitada caminata. Debía llegar rápido al próximo tren rumbo al pequeño pueblo que atravesaba la monstruosa montaña empinada.

Por fin había conseguido un trabajo de maestra en una pequeña escuela de no más de 100 alumnos y me sentía orgullosa por comenzar esta nueva etapa de mi vida, más que orgullosa diría ansiosa.

El pitido del tren comenzó a sonar anunciando que en segundos partiría y yo aún no me encontraba dentro. Ese nerviosismo por no alcanzarlo me recorría todo el cuerpo. Sentí como tomaban mis muñecas con fuerza y tironeaban de ella, intentando apresurar mas mis pasos al nivel de comenzar a correr, sujete con firmeza las maletas y me deje guiar, aunque seguro los pequeños dedos de Liz quedarían marcados en mi frágil muñeca ya viéndose enrojecida por ese acto.

-Apúrate o no llegarás. -lo agitada que se escuchó su voz me dió la certeza de lo preocupada que se encontraba.

El tren estaba a punto de partir cuando logré alcanzarlo, antes que nada quería despedirme correctamente de mi mejor amiga, mi hermana, mi apoyo y mi mano derecha en todo momento.

-Te voy a extrañar Liz. - dije conteniendo las lágrimas que advertían con derramarse.

-Yo también amor, cuídate y se feliz. - dijo dándome un fugaz abrazo y depositando un suave beso en mi mejilla mojandola por su leve llanto. -tomá. -de su bolsillo extrajo una pequeña caja, pero antes de poder tomarla entre mis manos el tren comenzó a moverse, extendí mis manos en un intento por agarrarla pero fue en vano, y en un inesperado golpe Liz arrojó la caja hacia dentro del vagón, sorprendiendome.

-Gracias Liz, te quiero no lo olvides. -la mire por última vez dejando mi cuerpo sobresalir de la ventana y agitando mi mano en señal de despedida.

Me haría mucha falta.

Tome asiento en dónde indicaba mi boleto, pero siendo sincera, no se encontraban muchas personas en el tren, después de todo, quien iría a un pueblo olvidado de entre montañas.

Acomode mi boina y quite mechones de mi rostro para observar mejor el objeto que tocaban mis manos. Envuelto en un papel de color madera algo gastada y con un simple moño rosa en su borde superior derecho. Sin dudar más rompí todo el envoltorio dando a conocer una pequeña cajita negra que abrí. Una hermosa cadena dorada con un diminuto dije de piedra azul asombraron mis ojos, era bello y delicado.

Sin perder tiempo me lo coloqué, lo llevaría siempre conmigo como mi más preciado tesoro y un recuerdo del inicio de una nueva etapa.

Observé cada lugar del vagón, las pocas personas se encontraban a metros, en una distancia prudente, suponía que la gran mayoría se encontraba en los camarotes, al ser un viaje largo de más o menos 2 días y 1 noche, se prefería la comodidad, pero no en mi caso, no tenía dinero como para pagarme esos lujos.

Desvíe mi vista en el niño que se acostaba en el regazo de su madre dónde está le acariciaba la frente y cabello, se miraban tranquilos y calmados.

Por mi parte, el miedo y espanto se reflejaban en mi rostro, pues los precipicios no eran mis paisajes favoritos, daba terror mirar para allí abajo y notar la gran altura que el tren comenzaba a poseer a medida que subía la montaña.

El ambiente tranquilo y el aroma a café componían una combinación exquisita, que hacían mi estancia un poco más placentera, pero el frío del pleno invierno producía escalofríos, y aún con la calefacción encendida sentía mi cuerpo tiritar, sabía que en la alta montaña la nieve pegaba fuerte, pensé que venía preparada con mis mil buzos y abrigos pero parecía una guerra perdida.

Saque un libro de entre mis cosas, mi amado Charles Dickens, historia de dos ciudades, coloqué mis anteojos y me dispuse a introducirme en mi mundo literario.

No sé en qué momento quedé dormida, pero un golpe leve en mi cabeza me hizo despertar, frote mis ojos observando el rostro de aquel niño que antes se encontraba en mi situación, sonreí ante su curiosa mirada en mi libro, sonrisa que se distorciono al ver por un momento como esos ojos pasaban de ser azul a un rojo intenso y sonrisa ensanchada que me recordó al Guasón, no duró mucho pero estaba segura de lo que mis ojos habían presenciado, no estaba loca o eso creía. El niño en un rápido movimiento me alcanzó el libro y volvió a su madre dormida.

No entiendo porque no me encontraba asustada pero sí muy curiosa, talle mis ojos de nuevo para volver a ver a ese niño que ahora yacía dormido y su madre despierta, no entendía nada, apreté mis labios para no soltar un suspiro ansioso y relajar mi cuerpo tenso.

Mire a través de la ventana y admiré esos acantilados que pronto serían ocultos por uno de los túneles de la gran montaña, si por algo eran conocidos eran por sus mitos y cuentos que a pesar de no creerlos me sentía un poco intranquila estando dentro de ellos.

Pero todos mis sentidos se activaron cuando las luces se apagaron quedando en una profunda penumbra, el silencio hizo presencia en todo el vagón, ni un suspiro o resoplido, solo el chillido aturdidor del tren deteniéndose poco a poco, una risa macabra hizo eco en todo aquel oscuro túnel de Finsherwell, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo frío y tembloroso, mi corazón golpeaba mi pecho mientras mis manos transpiraban frío.

No sabía que estaba sucediendo, parecía una broma de muy mal gusto que esperaba terminará rápido, alguien pareció leer mis pensamientos y contradecirlos, por los fuertes y sucesivos golpes que hacían vibrar todo el interior, fuertes impactos que hacían golpear mi cabeza contra la pared metálica ocasionando un dolor severo, toque mi frente dónde pude sentir el caliente líquido rojizo que comenzaba a descender hasta mi mejillas y labios.

La risa cada vez era más fuerte y tenebrosa, mi manos temblorosa se agarraban del asiento para controlar mis movimiento y no seguir lastimandome hasta que todo paro, los golpes se detuvieron repentinamente, pensé que ya había pasado pero los gritos de dolor y miedo que comenzaron a escucharse me dijeron que no era así, saque rápidamente mi cinturón de seguridad e intente esconderme debajo del asiento, porque sin dudar algo malo estaba sucediendo y no se trataba de una horrible broma.

Los gritos cesaron, pero se escuchaban más a lo lejos como si estuvieran fuera del tren, mi cuerpo seguía tembloroso y mis lágrimas descendían por mi rostro mezclandose con la sangre de mi herida.

Pero ahí no termino todo, cuando un fuerte estruendo se escuchó en mi mismo vagón y un enorme agujero se abrió en el techo, mostrando una tenebrosa figura casi imperceptible, con su aterradora risa.

Podía ver sus pies en la poca luz que había, se movía lentamente y a paso seguro, tapé mi boca con mi mano para no soltar un inoportuno grito y contuve la respiración exhalando despacio.

Paso por mi lado sintiendo su cercanía y observando sus botas en primera plana, no debía hacer ruido alguno sino sabía que algo horrible iba a sucederme, mire a lo lejos como los asientos estaban aplastados por todo el material del techo, que humano tendría tanta fuerza para romper algo así o es que acaso todo estaba planeado y pusieron bombas.

-Demian. -abri mis ojos lagrimosos de par en par, la voz dulce de una mujer se escucho, debía ser la madre del niño raro, intente controlar nuevamente mi cuerpo obligándome a no temblar y mover el asiento.

Cerré mis ojos con fuerza al escuchar de nuevo sus fuertes pasos cada vez más cerca de mí, los abrí detenidamente cuando cesaron, pero mire esas botas a centímetros de mí, lo sabía, me habia encontrado.

Y lo supe cuando un horrible rostro se presentó frente a mí y una mano callosa y cicatrizada tomo mi cara.

- Duerme.

Toda mi visión se nublo y mis sentidos se adormecieron, cayendo en un extraño vacío oscuro.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2023 ⏰

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