Falta poco para terminar la escuela y en mi inmadura mente aún no sabía lo que quería estudiar. Normalmente hubiera optado por fotografía profesional, pero no es tan fácil: Mi papá se opondría a muerte a ello ¿Por qué? Porque según él, con ese oficio no podría ganarme la vida. No lo puedo culpar, sé que me quiere tanto como mi madre y por eso se preocupa, pero me hubiera encantado que me apoye con mi decisión. Bueno, tampoco es para tanto, cuando termine mi carrera puedo optar por la fotografía como segundo oficio, estoy segura que esto no me detendrá.
Por otro lado, el problema viene a ser algo más trágico: Estoy a punto de reprobar álgebra. Normalmente soy buena en la mayoría de materias, pero álgebra es de las peores cosas que le ha podido pasar a la humanidad ¿A quién demonios se le ocurrió combinar letras con números para que al final salga un puto menos uno al cuadrado? Okay, sé que exagero, es que simplemente no lo soporto.
Por la universidad nunca me hice problemas, Collegium Vernallis o simplemente Universidad de Vernallis, siempre fue mi sueño. Es muy conocida a nivel internacional por los egresados que mantienen su prestigio, pero sobre todo; y es precisamente por ello que aplico a esta universidad, por sus famosos clubes. No hay persona en el país que no haya escuchado sobre los clubes de la Universidad de Vernallis.
Los cantantes más famosos salieron del club de canto, las chicas más hermosas se encuentran en el club de modelaje, los deportistas más aclamados salieron de los diferentes clubes de deportes que ofrece el campus: Voley, fútbol, karate, natación, boxeo, básquet, gimnasia, etc. Y es que estar en los clubes de Vernallis es como llevar una insignia de reconocimiento. Yo, por supuesto, me uniré al club de fotografía, pero primero debo ingresar, y eso no será nada fácil.
Mientras estaba hundida en mis pensamientos escucho que mi dulce madre me llama con su delicada voz.
-¡HARUNA! ¿CUÁNTAS VECES DEBO LLAMARTE PARA QUE POR FIN BAJES? ¿O ESPERAS QUE VAYA A CARGARTE Y TE TIRE POR LAS ESCALERAS?
Yo y mis pobres tímpanos bajamos flojamente y con cuidado, no vaya a ser que el cielo escuche las súplicas de mi mamá y termine por romperme el cráneo.
-¿Y qué quiere de mí mi hermosa madre con voz de bruja?- El sarcasmo lo llevo en la sangre.
-Carolina está esperando desde hace 5 minutos a que te dignes en salir. La conozco desde tiempos, pero esa niña da miedo cuando se enoja.
Ahora sí podía cavar mi tumba. Yo no voy a salir si eso significa la muerte, bien podría fingir un ataque epiléptico.
- Mamá ¿Le pusiste algo al guiso? Porque vaya que tengo unas ganas infernales de ir al baño, y ni se acerquen porque de seguro huele a muerto.- No es como que sea la primera vez que estoy contigo cuando algo te cae mal, Haru.
No tengo escapatoria, ahora me toca un sermón de una hora. Volteo y me encuentro a mi aterradora amiga con una radiante sonrisa.
- ¡Pero si es mi mejor amiga! debiste avisarme que vendrías, me da pena recibirte en estos harapos- puse de cara de arrepentida porque sino me hubiera puesto a llorar.
-Haru, debo hablar contigo, es importante.
Quedé un poco sorprendida, no esperaba esa respuesta. Normalmente me habría arrastrado a mi habitación y ahí me hubiera ahogado con la almohada, pero ahora se veía seria.
- Está bien. Mamá, iré con Caro a mi habitación, no entres de manera sorpresa porfa.
- ¿Quién te crees que soy? Tu madre no es tan chismosa como piensas.
Nos dirigimos a mi pieza y una vez ahí, me dispongo a escuchar lo que mi amiga me quiere decir.
-Bueno, primero la buena noticia: También aplicaré a Vernallis.
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La que te acosa es mi cámara, no yo.
HumorSiempre me gustó la fotografía, me fascina cómo una pequeña cámara puede robar un segundo del tiempo para mantenerlo eterno en algún cuadro. Cuando era pequeña, mi mamá me enseñó todo lo que tenía que saber sobre ella: la iluminación, los ángulos...