¿Como describes la nada?
¿Como explicar lo que sientes si no sabes que sientes?«Soy consciente»
Fue el primer pensamiento que tuve al percibir esos estímulos del ambiente que nuestro cerebro interpreta como ruido.
Sé quién soy, sé que debo despertar, pero ¿como lo hago?
Por el momento solo soy capaz de percibir una plática lejana, pasos, pitidos y golpes. Un ruido constante, como el rasgar de un papel interminable.
Poco a poco siento mis sentidos despertarse, me encuentro en una posición horizontal, sobre algo blando . Mi oído medio está completamente desorientado, tanto que tengo la sensación de estar dando vueltas y vueltas, pero estoy quieta, lo sé.
Siento mis músculos tirar y como algunas zonas de mi cuerpo se adormecen.
Mi cerebro manda las señales necesarias para que mis extremidades se muevan, pero estás no responden.
Mis ojos se mueven inquietos en sus cuencas, buscando desesperados la luz para poder percibir algo pero mis párpados están cerrados.
Me ahogo.
Una precisión naciente en mi pecho hace que mi cuerpo se hunda en una cama de crema blanca.
La tensión se rompe como si fuera un cabello delgado y de pronto me encuentro cayendo al vacío con una venda en los ojos.
Las estrellas brillan en un cielo azul profundo mientras espero el golpe.
La incertidumbre me mata pero no soy capaz de hacer nada para callar esas ideas en mi cabeza, solo caer como un peso muerto.
Siento como si mi cuerpo fuera un sarcófago del que no puedo salir, mis manos golpean con fuerza pero no sé abre.
Mis uñas se rompen por tanto arañar las paredes que me tienen recluida pero nada funciona.
¿Que está pasando?
¿Porque mi cuerpo no responde?
¿Cuando terminaré de caer?
Las preguntas se arremolinan en mi cabeza, pero una idea se hace presente, rápida y fugaz como una vida humana en el universo.
¿Realmente estoy cayendo?
Abro mis ojos, la venda sigue ahí, pero veo a través de ella y el reflejo brillante de la luna en el mar me recibe alegre e ingenua.
El viento golpea mi rostro con ímpetu, mientras mi cuerpo no se mueve, da la sensación de estar cayendo pero el suelo no se acerca.
Incluso después de unos minutos mirándolo, esperando que se acercará, no lo hace.
Y exhaló el aire que retenía sin darme cuenta,las montañas cobran vida ante mis ojos.
Una suave melodía baila con el viento y me hace cosquillas, notas traviesas que se colan entre mis ropas.
Giro mi cuerpo en el aire para apreciar el cielo estrellado y este me sonríe en colores cálidos, los cuales son reflejados por el agua del mar.
Dándome la vista de un cuadro de óleos mal degradados, pero como si cada pincelada estuviera hecha con una premeditación ahogada.
Y así me siento, me encuentro en un mundo mágico que me ah dejado muda.
Y no soy capaz de procesar siquiera el como he llegado hasta aquí.
La luna me habla y yo le respondo con palabras sin sonidos que no consiento a salir de mi boca.
Solo soy una mera espectadora.
Las montañas me hablan y yo les respondo con un canto en un idioma desconocido.
Solo soy una pobre voz.
El mar me habla y yo le respondo escribiendo con la mirada sobre sus olas, palabras que se pierden en la playa de arena negra.
Solo soy un niño pequeño.
Las estrellas me enfrentan y no soy capaz de responder.
Mi silencio se pierde en los sollozos de lágrimas desteñidas y frías que caen gustosas al mar.La tierra ruge y el mar se agita, para luego quedarse en una inquietante calma.
Trago saliva sonoramente y una sombra se alza sobre mi.
El infinito me mira con sus penetrantes ojos negros, me desaprueba con su cabeza y engulle mi ser.
De pronto lo sé, es mi castigo por hacer llorar a las estrellas.
Y los años comienzan a pasar como el golpe del tambor que zumba en mis oídos.
Mundos nuevos se forman y revelan su belleza al infinito, mientras otros devuelven la vida que se les entregó.
La mayoría son muy tacaños para compartir sus alegrías, así que solo se alejan y se van.
Después del primer milenio, mi cuerpo comienza a congelarse mientras yo miro la nada, no lo siento.
El hielo oprime mi pecho y ese constante sube y baja se detiene.
Y mi caída se reanuda.
Pero estoy en paz, no me preocupa el golpe, no me preocupa el suelo, quizás jamás llegue a el, después de todo estoy en las fauces del infinito.
Finalmente estalló en millones de trozos tan pequeños como un copo de nieve y estoy de vuelta.
Mis ojos están abiertos sin ser capaces de moverse, solo miran el blanco e impoluto techo que me cubre.
Mis sentidos comienzan a apreciar mi alrededor y el bullicio del principio se vuelve a hacer presente.
Estoy en shock, la razón y el corazón trabajan por separado intentando encontrar un respuesta que tan solo sea un poco creíble a lo que acababan de presenciar.
Una discusión inútil que dejó una respuesta crédula que culpa a la imaginación.
Pero ¿Que culpa tienen un niño de querer jugar?
Estoy acostumbrada a esto, pero las sensaciones no disminuyen, la fantasía no se va, la magia sigue exactamente como el primer día.
Es algo realmente increíble cuando no soy enviada a un mundo espeluznante, pero a pesar de que las visiones no siempre son utópicas, se volvieron algo adictivo.
Como estar bajo la influencia de una droga que tú no pediste, que se te es inyectada a la fuerza y que a pesar de los malos viajes finalmente disfrutas y quieres más.
Con un efecto permanente, te golpea con fuerza en cuando menos te lo esperas.
El ruido se detiene.
Mi cuerpo se tensa por alguna razón, a pesar de la sensación de adormecimiento, siento mi interior retorcerse en una anticipación de desgracias.
El silencio permanece abrumador durante un minuto mas y después reanuda su marcha en forma de pasos lentos.
La puerta de la habitación sé abre y una voz me hace volver a la realidad.
—¡Oye! ayuda a pintar.
«Aah, es cierto»