Lunes, 20 de mayo del 2019
Melissa volvió de nuevo a su rutina. El fin de semana había sido algo movidito tras la llegada de Pomposo, el gato que Melissa se había encontrado en su ventana el viernes anterior. Rosan se había encariñado enormemente de él cuando Melissa le dijo que no lo hiciera por si se diese el caso de que tenía dueños.
Volvió a coger el mismo tren de la misma hora, y como imaginaba, Klein no estaba allí. Había sido una simple coincidencia, pero a pesar de ello no podía dejar de pensar en ese simpático chico del asiento nueve A. Minutos después una silueta esta plantada delante del asiento nueve A.
-Hola, este asiento me imagino que sigue libre.
Klein estaba plantado delante del asiento nueve A con su sonrisa característica. Melissa sin poder evitarlo le enseño una amplia sonrisa y le invito a sentarse.
-Hola de nuevo. –Deja su libro metido en el bolso. –Creí que lo de ayer fue simplemente una coincidencia.
La verdad es que lo de ayer había sido simplemente una coincidencia por un error, pero Klein había decidido volver a coger el tren de esa hora. Se sentó al lado de Melissa y está vez decidió hablar un poco más con ella.
-¿Vas a trabajar?
-Como la mayoría de la gente que va en este tren. Sí.
Klein fue consiente poco después de lo que había dicho y se sintió estúpido. Claro que iba a trabajar, ya que solo iba en ese tren de lunes a viernes. Lo había comprobado ese domingo.
-Ya bueno... -Klein se fija en el libro que llevaba Melissa en el bolso. –"97 formas de decir "te quiero" "-susurra.
-¿Lo has leído?
-No, no suelo leer ese tipo de géneros. No creo en la reencarnación de las personas.
Melissa se queda pensando. Ella no sabía que pensar sobre la reencarnación. Tenía la mente abierta para ese tipo de cosas, sobre todo en esos días tan raros que le daba la sensación de que eso le había ocurrido antes en ese sitio, ese día y a esa hora.
-Yo no lo sé. Creo que es una posibilidad. Soy de mente abierta para esas cosas. Por ejemplo el otro día me ocurrió algo muy extraño. Apareció un gato en mi ventana y yo tenía la sensación de que lo había visto antes y de que eso ya me había pasado, pero yo jamás he tenido gato y no he visto un solo gato por mi pueblo.
-Podría haber sido un dejá vù.
Melissa se quedó pensando en ello. Era posible, pero algo en ella no la terminaba de encajar. Era muy extraño que ese tipo de cosas la estuvieran pasando últimamente mucho. Gente que según ella ya la conocía pero en realidad nunca se habían visto, conversaciones que ya había escuchado... Lo dejo pasar, creyendo que era ella misma la que estaba creyendo esa paranoia.
-Sí, quizás.
Siguieron hablando durante todo el trayecto.
Melissa no podía dejar de pensar en la conversación anterior, aunque cuando Klein hablaba solo podía pensar en que la confianza que sentía con él era inusual en ella. Sentía la confianza que tienen dos amigos o dos personas que se conocen desde hace mucho tiempo.
Klein en lo único que podía pesar es que desde el mismo momento en el que vio a Melissa sentía que necesitaba conocerla y que tenía la sensación de que se conocían de anterioridad. Entonces se le vino la extraña posibilidad de que la posibilidad que le había propuesto Melissa fuera cierta. Pero en seguida se río para sí. Sentía que era una estupidez.
-¿En qué trabajas Melissa?
Klein formuló la pregunta sin pensarlo demasiado.
-Soy economista. Trabajo haciendo las cuentas todos los meses de unas oficinas en Segovia. –De repente ella también sintió curiosidad. – ¿Y tú?
-Fotógrafo. Tengo un negocio propio en Segovia.
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El vagón número 7
Short StoryMelissa coge todos los días el mismo tren a la misma hora en el mismo asiento, de lunes a viernes su vida seguía una rutina continua. Klein solía coger el mismo tren a la misma hora en el mismo asiento, pero un día su hermana es quien tiene que co...