Martes, 28 de mayo de 2019
Melissa y Klein empezaron a entrar más en confianza. Melissa se quedaba sentada en su asiento del tren sin sacar el libro hasta que Klein entraba en el tren y la buscaba entre la multitud de la gente, siempre en el mismo asiento.
-Oye, ¿has pensado alguna vez cambiar la rutina? –le pregunto Klein.
La verdad es que Melissa nunca había pensado en ello. Nunca había contemplado la posibilidad de cogerse unas vacaciones en algún sitio, o de irse con Rosen de fiesta cuando salía con sus amigas. Desde que ella recordaba no había salido desde su rutina.
-La verdad es que no. Desde que recuerdo, hace dos años, no he salido de mi rutina.
-¿Dos años? –Melissa asiente. -¿Por qué dos años?
-No lo sé. Un día tuve un sueño extraño y cuando me desperté en mi cama, no recordaba casi nada de mí y empecé a practicar esta rutina.
Klein se quedó mirándola durante un rato. Él sabía esa sensación, la comprendía. Le había ocurrido también, hace dos años. Pero por extrañas circunstancias un día se confundió de billete y rompió la rutina.
-Interesante...
Melissa se quedó mirando a Klein con una mirada de preocupación. Le había cambiado la cara de repente. Le dejo unos minutos así hasta que le llego un mensaje al teléfono de su jefe. Klein desvió la mirada hasta el teléfono móvil.
-No tengo tu número. –soltó de repente Klein.
Melissa en ese instante se giró hacia él con una sonrisa. Saco de su bolso un papel y bolígrafo y apuntó su número.
-Ten.
Klein miro el papel y anoto el número.
El tren se detuvo en la parada de Melissa y esta se bajó despidiéndose de Klein. Fue hasta su oficina, esta vez, fue con una sonrisa en su cara. Se le había olvidado por completo el mensaje.
Klein fue hasta su tienda. Apenas había alguien en la puerta a estas horas de la mañana, pero esta vez él estaba contento, tenía su número de teléfono por fin. Por la noche hablaría con ella.****
Melissa salió antes de tiempo del trabajo. Se disponía a montarse en el tren, pero se dio cuenta de que no tenía ni el billete adecuado ni podría ver a Klein si se marchaba. Opto por buscar su tienda e ir de improvisada. Iba a cerrar pronto, por lo que tendría que darse prisa.
Klein estaba trabajando. Hoy había tenido más clientela de lo habitual, lo cual no viene mal nunca. Estaba deseando poder cerrar para poder conversar de nuevo con Melissa. Mientras revelaba las últimas fotos volvió a pesar en la conversación del tren.
"-¿Y si conocí a Melissa antes?"- pensó.
"-Recuerdo despertarme un día en mi casa, con mi hermana y demás familia. Pero no recordaba mi nombre, mis amigos... ni siquiera si había alguien especial. ¿Y si en verdad la había, pero ninguno de los dos lo recordamos?"-siguió pensando.
Alguien toco la puerta de la tienda.
-Lo siento. Está cerrado.
-¿Y yo no puedo pasar tampoco?
Melissa.
Miro la hora. 10.30PM. Melissa y él solían coger el tren de las 11.30PM. Fue a abrir la puerta. Melissa estaba plantada delante de la puerta de su negocio con los brazos cruzados y una chaqueta fina. Tenía frío.
-Entra.
-Gracias.
Klein y Melissa se quedaron en la tienda metidos hasta las 11.00PM que Klein término de revelar las últimas fotos. Melissa, le había estado observando en silencio, sin decir ni hacer nada.
"-Le conozco. No sé de qué. Pero le conozco" –pensó mientras observaba.
Cuando Klein se giró Melissa estaba al lado de él. Mirándole con curiosidad.
-¿Qué ocurre Melissa?
-Creo que te conozco o al menos, te conocí. Y sé que no crees en la reencarnación. Pero piénsalo... por qué... -Klein la cortó de inmediato.
Klein se puso nervioso. Habían estado pensando lo mismo y ambos habían llegado a la misma conclusión. Klein se aguantó las lágrimas de emoción y ella las de nerviosismo.
-Yo también lo creo.
Klein y Melissa se subieron al tren. Ambos muy confusos tras lo que había ocurrido en la tienda. Parte del viaje habían estado callados hasta que Klein no pudo aguantar más ese silencio.
-A mí también me ha pasado lo de los sueños extraños, lo de no reconocer a los amigos, lo de no recordar tu nombre...
Melissa se quedó en silencio escuchando el relato de Klein.
-Y cuando tú me dijiste que te había pasado justo lo mismo y al mismo tiempo... pensé: ¿y si...?
El tren se paró de repente. Todo el mundo se alteró y Klein y Melissa empezaron a sentir una extraña sensación de nerviosismo y miedo. Algo malo iba a ocurrir ahora y ellos lo sabían.
-Klein...
-Sí.
El pecho de Melissa empezaba a contraerse rápidamente del agobio, el corazón había empezado a acelerar los latidos y el cuerpo no le respondía. Estaba temblando y su cuerpo empezaba a entrar en tensión.
-Relájate.
Las luces del vagón se apagaron por completo. La gente empezó a gritar. Los demás vagones seguían anclados al número siete, lo cual hacía pensar que había sido un pequeño fallo técnico.
-Está a punto de pasar.
Klein y Melissa se miraron. Intentaron levantarse de sus asientos para ver si podían salir por algún lugar, pero por algún motivo sus cuerpos no les respondían. Klein abrazo instintivamente a Melissa, como si así pudiera protegerla de algo, el qué no lo sabía pero sentía que la protegía.
-Parece que vuelve la luz. –dijo alguien.
Se equivocaba.
Una luz blanca aparecía por el fondo de vagón. El pecho de Melissa iba a explotar del miedo. Klein por su parte estaba intentado no llorar, empezó a recordar todo. Todo lo que no era capaz de recordar antes. Melissa sintió lo mismo.
-El accidente de tren del veintinueve de mayo a las doce. Morimos, los dos juntos.
Miraron hacía las ventanas del vagón la luz blanca se hizo enorme hasta que no se vio nada más.
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El vagón número 7
Short StoryMelissa coge todos los días el mismo tren a la misma hora en el mismo asiento, de lunes a viernes su vida seguía una rutina continua. Klein solía coger el mismo tren a la misma hora en el mismo asiento, pero un día su hermana es quien tiene que co...