Capítulo 5

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Pensilvania-Rumania

Casa de la Manada Guaico

Algunas semanas después...

Pensando las cosas detenidamente, esa extraña mujer no sale de mi mente y eso me está desesperando más de lo que quisiera o pudiese admitir. La he mandado a custodiar con mis mejores lobos, los más fuertes, los más asesinos y rebeldes de la manada, pero el problema aquí es el siguiente.

¿Cómo es posible que esa extraña mujer no le tuviera miedo a Aaron? Algo aquí no encaja bien y me está molestando.

—Alfa, ¿nos escuchó? —pregunta uno de los lobos a quien envié a custodiar a la pelirroja—. La chica no hace nada para llamar la atención, más bien parece ser una marginada por su familia.

—¿Viste a su madre? —niega con la cabeza—. ¿Su hermano o su padre?

—Al hermano lo vimos intentando robarle a alguien, pero fue detenido por los policías del clan colmillo rojo —me entrega un papel con una cifra—. Esto es lo que estaban pidiendo por su fianza, la muchacha no ha ido porque no sabe dónde está el joven.

Suspiro.

Velkan, no te aferres y solo úsala para traer lo que quieres.

—Paguen la fianza y persigan al hermano de la chica —paso mis manos por el rostro—. No lo dejen meterse en problemas, y por favor, si ven a Aaron merodeando al niño malcriado, llámenme de inmediato.

—Entendido, alfa —dice, para salir de mi oficina.

De verdad que no sé por qué me metí en esto. Yo ya rechacé a esa chica, me desprendí de ella como pude, pero hay algo que me llama, que me dice que debo quedarme.

—Mate, mate, mate, mate —repetía Yoraco.

He perdido la cordura y mi control está a un hilo de romperse. Yoraco y mi corazón quieren a esa extraña mujer y aunque intenté con todas mis fuerzas, estoy perdiendo esta batalla.

Sara no se merece que la sustituya, no merece que yo ame a otra mujer tan rápido.

Sara no se merece que yo la olvide por un íncubo que está destinada a la desgracia.

*****

Habían pasado algunas horas desde que me digne a salir de mi casa en busca del imbécil de mi mejor amigo. Para la sorpresa de nadie, está observando al pequeño hermano menor de la extraña mujer.

—¿Sabes que pareces un acosador de menores? —le hablo a Aaron cuando llego a su lado, estamos en la azotea del edificio de una cafetería—. No sabes cómo me molesta estarte buscando y cuando te encuentro, el resto del mundo me ignora.

—Usé la capa de invisibilidad de Harry Potter —muerdo mi lengua para no reírme de lo que dice—. No viniste porque me extrañas y mucho menos porque me metí con la íncubo, ¿a qué se debe tu bella presencia en mi cacería de brujas?

—Tiene 16 años, Aaron —me siento a su lado—. Necesito sacarlo de esa mala vida que lleva.

Gira su cabeza y me ve como si estuviera loco.

—Te di a la íncubo, ni creas que te daré al muchacho este —señala a Parker—. Tiene potencial para que sea mi perfecto demonio. Diría que está poseído por mí en un 90 por ciento, pero me funciona como sirviente, sería lindo verlo alimentar a Cerbero con su cuerpo.

—¿Lindo? —lo miro con asco.

—¿Qué? No morirá, solo que sus partes crecerán cada vez que mis chicos se alimenten —me mira con inocencia.

La Bailarina Del Alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora