Capítulo 1

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Pensilvania - Rumanía

Academia de Ballet Angel's

Diez años después...

Velkan

Recordar diariamente lo que había vivido hace diez años, era mi nuevo pasatiempo. He vivido una miserable vida nuevamente desde la partida de la que un día fue mi todo, tenía el universo entero en mis manos, pero lamentablemente, un soplido de quién menos esperaba me lo arrebató. Siempre creí en las palabras de: obra bien y no mires a quien, pero supongo que la vida no está preparada para darme nada.

Desde hace diez años tengo la bendita carga de ser el Alfa legendario de la manada Guaico, he querido renunciar mil veces a mi posición, pero mis amigos y mucho menos mi hermano, me lo ha permitido. Así que sí, estoy viviendo en el infierno que se hace llamar la tierra, solo que este no es gobernado por Aaron.

—Velkan, ¿cuántas veces hemos hablado de esto? —me pregunta Aaron, notablemente molesto—. Estoy tratando de buscar algo que se escapó del Inframundo y a ti te dio por jugar a las luchas libres y completamente borracho.

—No te dije que vinieras a salvarme —hago una mueca de asco al sentir el sabor a sangre en mi boca—. Fácilmente te puedes ir a cazar a los ángeles caídos que andan deambulando por las calles de Rumanía.

Se sienta en el suelo después de detener el tiempo.

—Joder, Aaron, no me gusta que estés parando el tiempo —me quejo—. Vas contra las reglas del universo —alza una ceja—, y te vale tres hectáreas de verga, lo sé.

—Me estás dando muchas vueltas al asunto —señala mi aspecto—. ¿Qué pasó está vez? Te dije que no te pusieras a pelear con nadie. Velkan, no me puedo llevar a los bastardos con quién peleas todos los días.

—Si puedes —me río—, solo que no te da la gana de hacer más papeleo de lo normal.

Suspira.

—Puedo llevarme al mundo entero, pero las reglas están escritas desde hace millones de años —con la palma de su mano golpea mi frente—, y tú, por ser el Alfa legendario y tener buenas relaciones con los demonios, cada persona que me envíes al Inframundo es porque pasó por tu rigurosa inspección.

—Entonces, ¿cuál es la lloradera por qué estoy enviando más gente para que te acompañe estás festividades insípidas y creada solo para gastar cantidades innecesarias de dinero? —pasa sus manos por el rostro—. Solo llévate a los que te mando y ya está.

—Velkan, hay hasta lobos que no hicieron nada y están metidos en la lista innecesaria del Alfa —lo miro mal—. ¡Amigo, esos lobos solo te estaban diciendo buenos días!

—Aaron, solo vete a buscar los duendes que se te escaparon, a mí déjame en paz —cierro los ojos y me apoyo completamente en la pared.

—Das asco, Velkan —me encojo de hombros restándole importancia—. Eres mi mejor amigo y siempre he estado para ti, pero me cabrea saber que siempre jodes todo —abro los ojos y lo veo fijamente—. Durante diez años has dañado tu vida como te ha dado la puta gana, te diste la tarea de ser un alcohólico, maltratar a tu gente con tu falta de raciocinio, te metes en peleas innecesarias y siempre quedas así —me señala—, medio muerto y yo siempre tengo que llevarme al Inframundo a alguien que intentó defenderse del lobo más poderoso de todas las manadas.

—Sí, gracias por eso —vuelvo a cerrar los ojos.

—Sara debe estar muy feliz de verte vuelto mierda —se burla.

Abro mis ojos, me levanto con rapidez y lo tomo por el cuello ahorcándolo. Aaron responde volviéndose demonio y yo, por estas en condiciones reprochables, quedó a medias mi transformación como lobo.

La Bailarina Del Alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora