IKIGAI

2 | La mujer mariposa

Zenitsu

El día se convirtió en noche y las cosas no parecían mejorar. Tras la repentina llegada de Aoi recluida en la sala de descanso junto a las las demás de sus hermanas, la finca de mariposas se envolvió en un molesto silencio que sólo pudo notar Zenitsu. Nadie se atrevía a alzar la voz o siquiera hacer ruido.
Al parecer Tomioka y Aoi se habían enfrentado a un demonio, tal vez por ser un pilar no había salido tan herido a diferencia de ella que, con tan solo verla menos de treinta segundos y escuchar sus gritos durante la cirugía sabía que era peor de lo que creía.

Tanjiro y Zenitsu hicieron lo mejor que pudieron con el pilar del agua al ayudar con sus heridas. Sin embargo, Zenitsu se sentía especialmente más tenso que cualquier otro, los jadeos de Tomioka, los casi inexpresivos gruñidos de Inosuke a la distancia y los gritos de dolor de Aoi lo mantenían alerta todo el tiempo.

—Estás listo —anunció Tanjiro al acabar.

A pesar de haber pasado tiempo del último gran enfrentamiento contra Muzan en el que Tomioka perdió un brazo, seguía siendo un pilar honorable al seguir en búsqueda de demonios y no dejarse vencer.

Había sobrevivido por ese día, era momento de descansar.

—Tengo que hablar con los tres.

—Tendrá que ser hasta mañana, Tomioka, debe descansar ahora.

El pilar se negó a la petición de su menor, sin embargo, tan débil y cansado por el resiente enfrentamiento se dejó llevar por ambos a una habitación de descanso.
Por segundos, Tanjiro pensó en cuál habitación sería pertinente colocar al pilar ya que toda la finca mariposa estaba llena.
Eran él, Nezuko, Zenitsu, Inosuke, Kanao y las tres hermanas menores, Naho, Sumi y Kiyo.
No había tantas habitaciones y la sala de recuperación no era una opción en esos instantes.

No tuvo otra opción que llevarlo a esa habitación.

Caminaron hasta llegar, pero ninguno no se atrevió a abrir la puerta. ¿Sería pertinente? ¿Qué pensaría Tomioka al respecto?
Zenitsu tampoco movió un sólo dedo ya que sabía lo que estaba en juego para el pilar: una noche de melancolía, de recuerdos que se alejaban cada vez más.

Al final Tanjiro deslizó la puerta dejando ver una habitación sencilla, limpia, nada fuera de lugar. Sin embargo, el broche mariposa y la espada de poco filo colgados en la pared como pedestales delataban a quién pertenecía esa habitación. O, mejor dicho, a quién perteneció.

—Shinobu —susurró Tomioka.

Este se valió por su cuenta para caminar dentro de la habitación y acercarse a las pertenencias de Shinobu Kocho.

Tomó con su mano el broche antes de caer de rodillas con una respiración profunda, dejándose sumergir por el pasado.

Zenitsu podía escucharlo, su corazón aún latía con fuerza por la mujer mariposa aunque ya hubiese volado.
No podía imaginar su dolor.

Tras segundos de silencio se llenó de valentía para levantar la voz.
—Haré guardia de Inosuke, si se infiltra en la sala de descanso será un problema para Kanao. De igual forma, creo que necesitarán algo de privacidad.

Tanjiro asintió con la cabeza antes de responderle:
—De acuerdo, ve.

Este se retiró por la entrada y recorrió todo el camino de memoria hasta llegar a la sala de descanso donde suponía que debía esperar Inosuke.

Para sorpresa de Zenitsu nunca antes lo había visto así de preocupado, tanto que no parecía ser el Inosuke que conocía. No gritaba como de costumbre ni maldecía mostrando el filo de sus espadas, simplemente yacía estático e impotente a la puerta cerrada frente suyo, atento a cualquier quejido que sacaba la chica por más maniobras de Kanao.