❝ T r e c e ❞.

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Lo primero que pensó Joaquín al subir a un avión era que se iba a caer y su corta y joven vida terminaría ahí. La segunda vez, que subió a un avión era que posiblemente pasara como en los juegos que algunos chicos jugaban, caían en una isla solitaria y abandonada con canibales que seguramente buscaban comida.

La tercera vez, el miedo volvió a inundar su sistema nervioso, mientras que el rizado solo lo observaba con una pequeña curva en sus labios que se podía decir que era semejante a una pequeña sonrisa. Para la mayoría le era inevitable pensar que, el gran CEO de Emilio Marcos, sonriera a causa de los miedos de un omega y no en el sentido de burla, sino, en el sentido de un sentimiento semejante al de ternura.

Joaquín lanzaba preguntas por doquier mientras observaba el camino hacia el aeropuerto, tanto como pequeñas historias que contaba. Emilio solo atinaba a asentir, sin decir nada, porque nunca había tenido ese tipo de conversaciones con sus empleados, aunque su cabeza se lo decía, algo en él quería negarlo, y era que Joaquín solo es un simple empleado y el culo que folla.

Cuando llegaron al aeropuerto, el pequeño omega parlanchín se había quedado callado y solo hacía su chequeo. Subieron con normalidad al avión de la empresa y hicieron todo con normalidad, sería un viaje largo, y Joaquín estaba cansado, después de lo sucedido con su jefe en su casa, solo le había quedado tiempo para cambiarse de ropa y guardar la que necesitaría.

—Señor —murmuró con timidez captando la atención de su jefe quien leía lo que sea que tenía en sus manos —. ¿Por qué voy yo a este viaje? Quiero decir, la mayoría de veces lleva a Diego. Tengo entendido, porque él es muy bueno.

Emilio lo miro por unos segundos y desvió la mirada recordando a Diego, aún sentía la rabia recorrer su sangre por lo que se había atrevido a decirle, pero trataba de olvidar ese pequeño inconveniente en su oficina. Iría a un viaje de negocios y regresaría como si nada. Su relación con Diego dejó de funcionar cuando el amor se convirtió en ambición.

—Realmente —murmuró y miró directo a los ojos a Joaquín —. No lo llevo solo por eso. Siempre es bueno tener una compañía.

Joaquín asintió, sintiendo como algo en su pecho se removía y su omega parecía contento, sonrió un poco antes de volver a concentrarse en la ventana del avión y observar las espesas nubes que estaban en el cielo, coloreadas de unos tonos rosados y anaranjados. Todo era lindo pero el sentimiento que acaba de sentir, era otra cosa.

Frunció un poco sus labios al pensar en la respuesta que Emilio le había dado, ¿cómo se supone que debe tomarlo?. De alguna forma, su omega no le parecía la respuesta, y se regocijó en su interior tratando de tomar la respuesta como algo positivo. Tamborileo sus dedos contra el mango del asiento y resoplo.

—Entonces, ¿yo que soy? — se atrevió a preguntar, algo en su interior le pedía hacerlo y tomando desprevenido a su jefe quien lo miró sorprendido, desvió la mirada al sentirse expuesto.

—Una compañía —murmuró Emilio mirándolo —. Tu presencia siempre me hace compañía —le dijo, Joaquín lo miro por escasos segundos sintiendo su omega regocijar de alegría —. Eres un chico muy inteligente, Joaquín, tan astuto que sin ti, quizá todo se fuera por la borda.

—¿Eso quiere decir?... —preguntó mordiendo su labio, algo en él tenía una cierta esperanza en que su jefe le dijera algo lindo.

— No lo sé —le sonrió, Joaquín asintió sintiéndose un tanto decepcionado y quejándose por ello, porque ellos no eran nada.

Emilio suspiró y desvió la mirada, su alfa se sentía extraño. No se sentía así, ni con Diego que en alguna vez juro amar de por vida, cuando eran jóvenes y no sabían nada de lo que estaba por venir. Joaquín era diferente y podía demostrarlo sin pruebas, se había cogido a tantos de los asistentes cuando Diego dejó de satisfacerlo, tratando de encontrar en ellos lo que había perdido. Con Joaquín, lo volvió a encontrar, pero encontró algo mucho más fuerte.

Poco jodido ➳ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora