—¿Dónde vamos?—pregunté.
—Hay un lugar por aquí cerca, tal vez puedan ayudarnos-dijo entre jadeos.
—¿Cómo rayos...?
—No hables, solo corre.
No entendía nada, pero esa explicación me la tendría que dar, o se lo sacaría yo misma. Decidí no volver a preguntar por el momento, porque el ruido se acercaba más y más, el lugar al que quería llegar Arturo, debíamos llegar ya.
Subimos una pequeña colina a cuestas, y se pudo hacer visible una granja, parecía una normal y corriente como los de la tierra, con la diferencia de que no distinguía que clase de animales cuidaba.
—¡Ahí es!, apresúrate—dijo algo emocionado.
Agradecí todo el entrenamiento arduo en nuestras clases de defensa y karv maga, porque no hubiera resistido. A punto de desfallecer, llegamos a la puerta de la granja y Arturo tocó desesperadamente.
Se escucharon una especie de gruñidos y un lenguaje extraño y abrió un hombre, pero que tenía los mismos rasgos de las criaturas que entraron a mi casa la primera vez, ojos rasgados y grandes, sin nariz. Pero este se veía más amigable, con los rasgos más suaves, y más anciano también, aunque a mi parecer eran criaturas extrañas, se podía notar sus expresiones y edades.
Se quedó un rato observándonos sorprendido y asustado, pero Arturo habló:
—Mi padre es Parcival Rosseau, comandante de la guardia dorada, necesitamos su ayuda por favor.
¿Qué rayos?¿Comandante de la guardia dorada?, conocí al señor Parcival una vez, y en el poco tiempo que lo conocí, era intenso, con una mirada dura, pero que en su interior era cariñoso, educado y de muy buen porte, nunca me enteré que había sido un su vida pasada, pero sabía que no trabajaba, le dedicaba tiempo completo a su esposa y a su hijo, y nunca les falto dinero, al contrario, vivían muy bien. Una vez mamá le preguntó en que trabajaba y el solo se limitó a responder que de una pensión de sus méritos antes de que naciera Arturo.
El hombre no tardó en cambiar su expresión, y nos miró a los dos, como decidiendo su siguiente acción.
Nos tomó de las manos a los 2 y nos jaló hacia adentro, y cerró la puerta tras de nosotros.
—Escóndanse tras ese estante—dijo.
—¿Puede entendernos?—fue lo único que se me escapo, parecía hablar otro idioma al momento de abrirnos.—
—Ve niña—me respondió.
No objeté, porque ese instante tocaron la puerta de nuevo.
Hablaron en el lenguaje extraño de hace rato, no entendí nada, pero al parecer querían entrar, pero el granjero no les permitió. Esperó a que se fueran, y se acercó con un susurro diciendo que ya podíamos salir.
—Explíquenme que hace el hijo del general en mi casa, con una niña quejona.
—¿disculpe?—al parecer lo irrité con el "¿Puede entendernos?"—
—Estamos aquí para buscar a mi hermana—continúe—uno de esos hombres que nos perseguían se la llevó.
El hombre miro de reojo a Arturo, quien permanecía callado y luego el granjero dijo:
—Debe estar en el castillo, ahí llevan a todos los prisioneros, sino es que no está muerta.
—¿Cómo es que unos terrícolas llegaron aquí?—continuó.
—Capturé a uno de esos hombres, y antes de que desapareciera nos sujetamos de él para llegar.
—¿Cómo es que siguen vivos?—Siguió cuestionando—Los terrícolas se desintegran por el esfuerzo energético que conlleva atravesar un agujero de gusano, al menos si no están lo bastante orientados por, no sé, radares de un avión o protegidos por estas.
No sabía que responder, y creo que el granjero se dio cuenta, pero sentía que podíamos confiar en él, además había alejado a ese montón de hombres, de nosotros, con solo haber nombrado al padre de Arturo.
—Me llamo Olivia, gracias por ayudarnos—dije.
El granjero, que estaba por volverse, enfoco su mirada en mí.
—Y yo me llamo Lawrence—y se dió la vuelta para irse, tengo un cuarto de visitas y un baño al final de ese pasillo—lo señaló—pueden quedarse ahí esta noche, y mañana se van.
Sin decir nada más, subió las escaleras de su casa, y desapareció en la oscuridad.
Me di la vuelta y ví a Arturo, era hora de que me aclare todo lo sucedido.
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Sangre letal
Teen Fiction"Pero, quien decidió ser, era algo que ella misma no comprendía, sabía que algún día todo lo que había hecho o haría la definirían. Con un susurro le harían saber que había hecho lo correcto." Olivia, una chica de 17 años que tiene una vida normal...