|| Dia 2 ||

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Ship mencionado: EraserJoke

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Era un día tranquilo en la UA.
Sábado a la mañana.
Los rayos de sol acariciaba las ventanas. El aire era puro y fresco.
Y un tranquilo silencio se podía sentir en el edificio.

Nada podía arruinarlo.

— ¡¡HEY, DEVUELVEME ESO!!

Excepto por cierta niña de cabellos plateados, que corría por la sala de los dormitorios como si estuviera en medio de una carrera.

— ¡¡Eri!! ¡¡Ven aquí!! Si lo haces, te llevaremos a tomar un helado — se escuchó una voz chillona desde la cocina.

— No prometas cosas Kaminari — regañó el pelivioleta mientras corría por la sala, con la intención de atrapar a la niña.

— ¡¡Quiero un helado!! — saltó en el sofá la pequeña Eri, mientras sostenía una almohada en sus manos.

Shinso, con la respiración agitada, se puso en frente de la niña y lentamente se fue acercando a ella.

— Si te doy la almohada ¿Me llevarán a tomar un helado? — preguntó inocente Eri.

— Por supuesto que s-

— ¡¡No!! — gritó Shinso antes de que el rubio terminara.

Eri frunció el ceño, al saber que su capricho no se iba a cumplir. Rápidamente saltó por detrás de sofá y volvió a correr, solo que esta vez iba a la dirección contraria.
Shinso bufó molesto ante el comportamiento de la niña.
Se giró y le clavó la vista a Kaminari, que en sus manos llevaba una bandeja con tazas en ella.

— ¿Porqué prometes tonterías? Ahora no podré quitarle la almohada que me robó — cruzó los brazos molesto.

— ¿Hablas de tu apreciada almohada de gatitos?

— Me la regalaste tú — musitó desviando la mirada con un leve sonrojo en sus mejillas.

Kaminari rió a lo bajo.

— No sabía que la tenías en un pedestal — se dirigió a una mesa y dejó las tazas allí.

— No es eso. Es que no quiero que se ensucie... — caminó hasta detrás del rubio y cayó rendido con un abrazo, rodeando la cintura del otro con sus brazos — Además, que me la hayas regalado el día de mi cumpleaños la hace mas especial.

Ante esas palabras, Kaminari se sonroja.

— Ya deja de decir tonterías y ve a buscar a Eri.

El pelivioleta asiente con una sonrisa torcida y se dirigió por el camino que había ido la peliblanca.
Por suerte, la encontró enseguida.

— Eri, ven que Kaminari hizo chocolate caliente para ti.

La niña estaba hecha bolita contra la pared, abrazando la almohada que había robado en su pecho.

— Eri no está — fue lo que dijo la ojirubí sin mirar al otro.

— ¿Ah no? — preguntó siguiendole el juego.

— No.

— ¿Y puedo saber donde fue?

— Lejos. Muy lejos.

— ¿Porqué?

— Porque no le van a dar helado.

"Te culpo a ti, Denki" pensó al escuchar las palabras de Eri.

Rodó los ojos y empezó a negar con la cabeza.

— Eri...

— Que Eri se fue dije — le interrumpió.

𝐒𝐡𝐢𝐧𝐊𝐚𝐦𝐢 𝐖𝐞𝐞𝐤 ¡𝟐𝟎𝟏𝟗!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora