Octava Página: Cher vieil homme.

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Necesitaba un buen oído recostado sobre aquella cama de madera con el aire acondicionado a medio andar, necesitaba unas palabras del hombre que no sabia dar un consejo desubicado, asi que viajé hasta su casa...
Era un camino largo de 4 horas en coche, pero fui, por que lo necesitaba. Los recuerdos me estaban afectando, haciéndome preguntas sobre las cuales no había respuesta y sacando conclusiones sin ningún sentido sobre lo que en este momento ya había perdido su valor.
Llegué y me senté a su derecha en la gran mesa, se había dejado crecer la barba blanca pero eso le daba un toque mas de sabiduría a sus palabras.
No sabia por donde empezar, así que le empecé a contar sobre el ultimo recuerdo...

Me había quedado atónito por lo que paso esa tarde, las preguntas que salían de mi boca buscando una respuesta que no llego y así deleitando a la pena y la desdicha de un paseo de vuelta a casa en el asiento trasero de un taxi mirando turbiamente el parabrisas.
Llegue a casa y recuerdo haber dormido por meses, me sumergí en el hecho que sus palabras me marcaron sin aviso de antemano y para poder superarlo salí del país.
Volví menos derrotado pero con mas motivos para perder nuevamente y por un instante todo se mantuvo en perfecta sincronía con su alrededor.
Escuché una música dedicada a alguien conocido de camino a la tienda y las vocecitas en mi cabeza me insistían que me atreva. Y lo hice.
Aquel día por suerte el tiempo cayo al agua sin ahogarse y yo estaba por segunda vez tomando la mano de la chica con el vestido blanco.

Me interrumpiste y preguntaste si la conocías, te respondí moviendo la cabeza de arriba hacia abajo.

Pues si, te la presente en esta misma mesa en la que nos encontramos sentados pero en ese tiempo no llevaba un cigarrillo en mi mano.
Sonreímos sin parar aquella tarde conversando del amor y de la vida sin saber que el verdadero final se acercaba.

A paso lento por la vereda azul la historia se empezaba a nublar. Todo se acabo una tarde en que ella vio en mis ojos un brillo que podía opacar una estrella... Y ese brillo no le pertenecia.

Le conté todo esto al sabio anciano que estaba sentado a mi derecha, solo me respondió.

Hijo mio, la vida no siempre nos conduce a las personas con las que queremos pasar toda nuestra existencia, a veces hay personas que aparecen en nuestras vidas para dejarnos una enseñanza que no seriamos capaces de ver nosotros mismos...
Pregunte... Como saber que persona es la indicada...?
Me dio un abrazo y dijo...
Lo sabrás algún día, por que yo lo supe.

Una gran mente, con grandes palabras, nos muchas vivencias y muy buenos consejos, eres una gran persona.
Me enseñaste como ver el amor por el agujero de una cerradura y contemplar lo grande que podía ser.
Me enseñaste que solo con tu imaginación encontrabas la manera mas sencilla de crear una historia y poder contemplarlos a través de unos pequeños ojos.
Me enseñaste que unas manos tenían el poder de crear poesía y a través de un instrumento que las lagrimas cesen.
Me enseñaste lo que pensaste que necesitaba y sin saberlo me diste mucho mas.
No sabría como agradecerte todo lo que has sido para mi. 

Aquel día me quede a dormir en su casa, había olvidado lo placentero que era dormir en esa casa. Sentías un alivio físico, mental y emocional. 
Mis recuerdos con el son muy excesos y justo ahí acostado en mi habitación, llegaron. 
Escuche el chiflido a lo lejos, recordé la canción del arcoiris y la del río, recordé de pequeño la tina llena de agua y yo jugando en ella, llegaron lentamente y como un ferrocarril completamente lleno de todos los recuerdos con el. Esa noche llore feliz de tener esos recuerdos conmigo. 
En ese momento me di cuenta que el capitulo ocho ya estaba escrito. 

Te Quiero infinitamente viejo.
Te Quiero Papá.

A Menos De Un Paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora