Ira

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Disclaimer: Los personajes de esta obra son propiedad de Capcom. Claro que, si fuesen míos, ya habría hecho canon el Cleon, el Valenfield, el Shake, y otras shipps xD 

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Ira.

«Morir no es nada agradable. Una vez leí que, si te cortan la cabeza, tu cerebro sigue consciente por unos diez segundos.

¿Cuánto son diez segundos? ¿Cómo saber a qué equivale uno, siquiera? ¿Quién eligió cuánto duraba uno?

Diez segundos se sienten como horas. Puedo recordar toda mi vida e imaginar lo que habría sido de continuar viva junto a ti. Podríamos haber tenido una familia, un hogar, donde nuestro pasado solo fuera un recuerdo amargo. Habría amado cada momento a tu lado, incluso aquellos dolorosos. Porque sí... te quiero, con todo el corazón.

¿Diez segundos?, maldición... parece que el mito era verdad». 

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Durante el funeral de Chris Redfield, muchos agentes y soldados tanto del gobierno estadounidense como de la B.S.A.A. se reunieron para mostrarle sus respetos a Claire. Algunos de ellos se quedaron por más tiempo para relatar anécdotas famosas, otras desconocidas, que la mujer no escuchó pues su mente estaba a kilómetros de distancia intentando hallar un poco de paz interior. En el momento que Leon se adelantó entre el gentío para llevársela, los presentes guardaron silencio. Y retomaron las anécdotas al poco rato de que ellos se retiraron.

Sherry se encontraba bajo el amparo de una enorme carpa plástica abierta, colocada a algunos metros del féretro para proteger a los presentes de la intensa lluvia. Dicha carpa —que fue olímpicamente ignorada por Claire— le asemejaba con cada minuto transcurrido a un horrible encierro y no protección como era su objetivo, por lo cual se limpió las lágrimas para emprender la huida hacia la habitación de hotel que arrendó sin apenas fijarse en el precio que le cobraban por noche.

Apenas puso un pie fuera de la carpa, la lluvia le golpeó con todas sus fuerzas. Se puso una mano arriba de la frente para intentar ver el camino, pues el agua caía demasiado espesa... lo que no esperó nunca fue divisar a Jake Muller a algunos metros de distancia. ¿Era él de verdad? ¿O deseaba tanto verlo que su mente lo materializó aprovechándose de su mala visión a causa de la lluvia?

Sí, claro que era él. Su imaginación no era capaz de hacerle justicia a la expresión desolada que tenía en el rostro, como tampoco a la extensión de su fuerte espalda cuando se giró para marcharse del panteón.

—¡Jake! —chilló lanzándose a la carrera a través del lodazal—. ¡Jake, espera!

Las blancas botas de Sherry no eran apropiadas para ese clima ni ese terreno, algo que en ese momento no podía importarle menos. Volvió a llamarle, la voz rota de emoción contenida por todos los recuerdos que se agolparon en su cabeza apenas lo vio a su alcance...

Jake eligió ese momento para detenerse y voltear medio cuerpo hacia ella.

Supergirl —Sherry se estremeció de gusto al escuchar ese apodo—, perdona. No te vi.

Su corazón latió fuerte. Le estaba mintiendo.

—No es cierto, sigues evitándome —replicó estirando un brazo hacia él para impedir que volviera a alejarse de su vista.

Claro que, al hacer ese movimiento, resbaló con una piedra mojada y se hubiese estampado contra el suelo de no ser por la agilidad felina de Jake, que interpuso su fibroso brazo entre ella y el barro para terminar el movimiento sujetándola unos segundos contra su cuerpo. Segundos fatales, tiempo suficiente como para activar aquella especial conexión que se había creado entre ellos gracias a las experiencias que vivieron juntos en Edonia y China.

Ocaso del SamuraiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora