Silence (Carlos Pena y Tu)

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“Supongo que yo guardaré, supongo que tú guardarás cada recuerdo… Apostaré que mis lágrimas, apostaré que tus lágrimas, apostaré que esas lágrimas con el tiempo desaparecerán”

Llegué y me senté a su lado.
Había escuchado que Carlos estaba en la ciudad y sabía perfectamente que lo encontraría aquí, ambos amábamos el paisaje que proporcionaba esta banca: hacían ya dos años desde que lo había visto, y durante esos dos años, cada día —al menos una vez al día— lo recordaba por algún motivo, en lo más profundo de mi ser, en el apartado de “cosas que no admitiré” estaba mi esperanza de regresar a sus brazos, de que en algún momento, en algún lugar y por alguna razón de esto que llamamos vida, todo volvería a la normalidad, a nuestra normalidad, en la cual hablábamos todos los días sin falta, siempre había tema de conversación y teníamos todo un mundo construído para nosotros dos.
Había una frase que se había convertido en mi oración de cada día “Fue bueno mientras duró”, esa era mi salvavidas, el que evitaba que me hundiera en la profunda tristeza de no tenerlo más, el aferrarme a los buenos recuerdos era lo único que podía hacer, tal vez no lo mejor, ya que podía seguir adelante y vivir mi vida pero no podía.
Fue la primera persona con la que imaginé todo un futuro, jamás, jamás en toda mi vida me había figurado casada, creando una familia con alguien hasta que llegó este hombre y me convirtió en alguien feliz…
—¿Cómo has estado? —Fue lo único que pude articular, y tan sólo con esas palabras vanas, hice que mi estómago se revolviera, en un término más agradable que las mariposas aparecieran.
—Muy bien —Morí un poco, es decir, él sonrió, lo vi de reojo— Me ha ido excelente, pero extraño tanto este lugar.
—¿Con ese lugar te refieres a la ciudad en general o aquí en particular? —La pregunta salió más naturalmente esta vez.
—Todo —Por primera vez dirigí mi vista directamente a él, sin embargo Carlos seguía pasmado con la vista.
—¿También a mí? —Apreté mis ojos como si así mi sangre no llegara a mi rostro.
—Claro, tú también estás en la lista de personas que extraño —Sentí el roce de su brazo en mi hombro y la molesta piel de gallina se manifestó en un dos por tres.

“Sé que os sentimientos pueden mostrarse, si te dejas llevar, debe ser dicho que tengo un aferramiento hacia lo que solíamos tener”

—Carlos —Al mismo tiempo él pronunció mi nombre.
—Te escucho —Me cedió la palabra y simplemente dejé que mi lengua se guiara por mi corazón y no tanto por mi cerebro.
—¿Qué tan estúpido es que siga recordando los días en los que estuvimos juntos? Te juro que he intentado dejar ir los sentimientos, pero me es imposible, aún despierto esperando ver un mensaje tuyo, una llamada, no te estoy reclamando, es sólo que sigo atrapada en el pasado, pero creo que —Tomé aire—, no sé, aún podemos intentarlo… —Las últimas palabras fueron aún más bajas que un susurro.
—(Tn), estoy comprometido —Y después de eso silencio, silencio inundó toda la atmósfera de nuestro alrededor, aunque estuviéramos cerca de un parque, con una avenida cerca y el centro de la ciudad a unos escasos pies de distancia, el silencio nos cubrió como un manto impenetrable.
¿Seguía respirando? ¿Acaso las náuseas seguían aquí? ¿Realmente esto estaba pasando? Mi cerebro trataba de procesar la nueva información, de repente mi shock se quebró cuando él se puso de pie e intentaba salir de la incómoda escena.

“Espera un minuto, tengo más que decir, y me importa si estás escuchándome… Te necesito más de lo que jamás sabrás, sigo haciéndolo”

—No te vayas —Logré decir, quería decir tantas cosas, quería decirle todo lo que sentía, que aún estaba enamorada de él, que si lo dejé ir fue por un error, que lo necesitaba tanto pero al mismo tiempo quería fingir que todo estaba bien y preguntarle por su boda, por su prometida, quería fingir ser la amiga que jamás sería pero con tan sólo de permanecer un poco más con él, quería hacer lo que fuera, mas no podía.

“Te perdonaré si tu olvidas todas las cosas que dijimos, aceptémoslo”

Regresó a su lugar.
—Perdón, realmente yo… —Con mi mano le hice entender que no tenía por qué hablar.
—Fui yo la que acabó lo nuestro, es la bofetada que la vida me tenía preparada.
—No digas eso, tú…
—Mejor no digamos nada.

“Ven aquí y no digas nada, el silencio lo es todo”

One Shoots (Big Time Rush)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora