||Primera Parte||

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El agua helada cae sobre sus manos con fuerza, lavando la sangre y mugre manchada en ellos; bajo sus uñas el rastro es más difícil de quitar pero
logra eliminarlo antes que el mocoso con acné en el autoservicio pudiera comenzar a sospechar que no está allí para masturbarse precisamente.

Arroja el trapo viejo en el inodoro y tira de la cadena antes de verse en el sucio espejo roto frente a él; su reflejo muestra la crudeza de sus ojos y las líneas tensas de sus hombros bajo la playera azul gastada por el tiempo. Aún es capaz de sentir la adrenalina corriendo por su cuerpo de su última misión y no tiene a Catherine en la isla para satisfacerse con una noche de sexo, no está de humor para buscar a un extraño para la tarea y cree que tampoco logrará que alguien le diera una mamada rápida con la cara de pocos amigos que se carga desde que volvió de su "encargo" en la Isla Grande. Mierda, se está poniendo aún peor él solito. Genial, McGarrett.

Steve abre la puerta del estúpido baño del autoservicio y camina hacia la calle con la mirada puesta en el adolescente trabajando dentro de la instalación, retandolo con la mirada a que fuera donde él para atreverse a preguntarle algo. Como es de esperar, el niñato con acné apenas le regala una mirada antes de bajar la cabeza en sumisión mientras tiembla cual conejo ante la presencia de un depredador. Steve apenas sonríe con satisfacción, le gusta cuando las personas le temen, el poder que genera sobre ellos por el miedo pinchando en su cuerpo con agradable estímulo.

Un viento cálido recorre la noche en Oahu y Steve pasea la palma de su mano por sobre su rostro en un claro gesto de cansancio a pesar de que no tiene sueño; simplemente no fue una buena noche y quiere que termine de una vez por todas para él.

Sale sin rumbo sobre la avenida costera del Ala Moana rumbo al Ewa Beach en Alakea, cambia de opinión rápidamente ante el bullicio de los turistas sobre la arena, los autos con sus equipos parlantes sobre la senda peatonal y los idiotas con bebidas de colores exageradamente caros que sonríen como si no los estuvieran estafando al consumir bebidas
de imposibles precios. Steve hace un gesto de desagrado ante las vistas, sus dedos picando ante el hecho de querer tomar su arma oculta en su espalda y despejar su camino rumbo a la Casa McGarrett a puros balazos. Ni siquiera ha informado a Wo Fat sobre el reporte de misión y ya tiene una pequeña migraña nadando sobre su cabeza.

Asesinar a Adam Noshimuri fue más difícil de lo que su jefe a enmarcado para él en el registro, el hijo de puta había logrado dislocarle un brazo en su lucha cuerpo a cuerpo antes de que pudiera regalarle un navajazo en el cuello y verlo desangrarse sobre la costosa alfombra roja de importación en la oficina de su mansión. Claro que luego de matarlo, Steve se vio en la obligación de asesinar a los guardaespaldas del tipo, no pudo darse el lujo de dejar cabos sueltos en la misión; y a pesar de que los pocos sobrevivientes habían querido salir indemnes sobornandolo con dinero no pudo arriesgarse a dejar testigos.

Además, habían prometido pagarle más si no atraía la atención; el HPD apenas podría darse cuenta del número de muertos cuando éstos comenzaran apestar la residencia Noshimuri.

Steve gruñe de mal humor y saca el móvil de uno de sus bolsillos de su pantalón cargo negro ignorando el gentío, no tiene mensajes recibidos de ninguna clase y lo vuelve a guardar cuando una pequeña luz impacta
sobre su rostro. Un letrero neón blanco brilla bajo el nombre de Estilo Jersey sobre él; una cafetería a pocas horas de cerrar, supone.

Resopla con fastidio y entra en el pequeño local con un tintineo que le revienta los nervios, si no fuera por el aroma a café hubiera comenzado a disparar ¿Por qué carajos debían poner esa molesta campana en la entrada de los locales de comida? ¡Era tan irritante!

Steve se sienta en una mesa para cuatro personas, el lugar está completamente vacío y la muchachita tras el mostrador lo observa con grandes ojos castaños, como un ciervo tras los faros de un automóvil. Steve
agita una mano condescendiente en su dirección para que ella pudiera tomar su orden y largarse de allí antes de que su humor pudiera empeorar de formas catastróficas.

Welcome To HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora