||Segunda Parte||

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Pasea la palma de su mano por sobre su rostro en un gesto agotado y abatido, sus hombros se enconrvan sobre sí mismo mientras sus ojos cansados ven los viejos informes de Jenna Kaye sobre el reporte de misión de Matthew Williams. Aquel del cual había sido participe a pesar de no haber sido el verdugo personal de aquel hombre, tampoco como si no hubiera ayudado a Jenna a asesinarlo. Cada informe, cada pequeño párrafo de aquel día es como un puñal en su pecho, pues con cada palabra que devora sobre la muerte de Matt no puede más que recordar las sonrisas de Danny, Grace y Charlie para él.

Posee recuerdos vagos de New Jersey de aquel año, de reunir la información sobre Williams para Marco Reyes de forma mecánica, como siempre lo ha hecho para sus jefes de turno, y la mejor opción de acabar con él sin levantar la más mínima sospecha en el NPD. Recuerda saber que Williams saldría de la comodidad de Hawaii por asuntos familiares aquel año, ahora cree que tal vez tenga algo que ver con la muerte de la ex esposa de Danny, Rachel, o bien el nacimiento de su sobrino.

Steve también recuerda haber estado lo suficientemente ocupado follando a Catherine en un hotel cualquiera como para preocuparse por asuntos de drogas, pasando la misión de Williams a manos de Jenna y su prometido cuando éste aún estuvo vivo. El mercenario en aquel entonces se encontraba lo suficientemente enojado como para desentenderse de Reyes y su absurda venganza para con Matt, por lo cual había decidido pasar su semana entre sábanas para aliviarse del dolor.

Luego de ello, luego de despedirse de Catherine en New Jersey y saber que Matt estaba muerto, Steve tomó un avión y se dirigió a Camboya junto con Anton para otra de sus misiones para Wo Fat. Su estadía en Newark se había perdido de su mente así como otras tantas de su vida, siguió en su trabajo de asesino a sueldo y olvidó por completo aquellos días, siempre fue lo mejor que se le dio.

Ahora..

Y ahora su historia se repite con el otro hermano Williams, Reyes lo quiere muerto porque cree que Danny tiene algo que ver con el dinero que Matt escondió hace un par de años. Su cercanía con el rubio lo hace un mejor asesino, logrando que Wo Fat pasara tal decisión en él; todos creyendo que Danny nunca se verá venir su final si éste viene de sus propias manos. Su estómago se retuerce del sólo pensarlo, de hacerle daño a su amigo, de creer que Reyes pudiera ser tan hijo de puta como para ordenarle asesinar a los niños también si es que la situación lo amerita. Sin cabos sueltos, McGarrett; ha dicho con aquella asquerosa sonrisa.

Oh, estuvo tan tentado a dispararle en el mismo momento en el que lo vió allí parado en el bunker militar de Wo Fat, hubiera sido tan fácil simple jalar el gatillo en su pecho.

- ¡Hijo de perra! -grita Steve con furia, golpeando su puño contra la mesa del escritorio que una vez perteneció a su padre- ¡Maldición! -ruge con cólera y rabia, lanzando papeles por doquier.

Su ira no mengua dentro de sí, las fotos del cadáver de Matt dentro de un barril viejo no hace más que recordarle quien es realmente. De lo que ha hecho desde que tiene memoria.

Steve no es un amigo, no es un cliente frecuente de una cafetería familiar en su tierra natal. No es un tipo común, no posee una vida común y corriente, no surfea por las mañanas ni hace parrilladas por la noche para su Ohana, no posee tal cosa. Él no es nada de ello ni nunca podrá serlo, pues bajo aquella sonrisa feliz aún se encuentra el mercenario que realmente es, ese que siempre será.

Con dolor, Steve se permite cerrar los ojos por un momento. Solo un momento.

El mercenario. Él no ha sido el mercenario de Wo Fat desde que conoció a Danny hace tres meses, ya incluso parece toda una vida a sus ojos. Gracias a él, Steve pudo olvidarse de su vida de mierda, de la sangre en sus manos y las cicatrices de su cuerpo.

Welcome To HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora