Introducción

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Forzosa la letra que se plasma en aquel deshonesto y corrupto ser, quien es capaz de catapultar las contemplaciones del buen gesto y ahogar las palabras en puño.

Presenciando la lumbre se encontraba aquel hombre, quienes muchos dicen que es despreciable. Con una copa de coñac en mano y la mirada perdida en el fulguroso destello de la llama, se preguntaba sobre la moralidad que varios proclaman.

Apuró el trago y, haciendo un gesto mordaz, tragó el alcohol cavilando varias interpretaciones en donde aún no lograba la conclusión certera.

El desfile que se celebraba en el pueblo donde se glorifica a tan insana religión, repercutía en el interior de la cabaña. Aun estando a una distancia respetable para ver y no ser visto, esta alma perdida intentaba apaciguar la ira que lo consumía cada vez que aquellos cantos de alabanza conquistaban su recinto olvidado y añejo.

Lanzando un suspiro, se levantó de la comodidad de la mecedora mientras arrojaba la copa ya vacía a la hoguera haciendo que el cristal estrellara, lanzando partículas mezquinas y salvadas de ser acariciadas por el fuego.

Dejó la lumbre encendida; quizá, un día, fuera beneficiado con un poco de redención y las llamas se adueñaran de la cabaña y terminaran con lo que comenzaron con él.

Dejó la lumbre encendida; quizá, un día, fuera beneficiado con un poco de redención y las llamas se adueñaran de la cabaña y terminaran con lo que comenzaron con él

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"Lo entrego todo al fuego, que no hace distinción entre los culpados y los que no lo son."

Plutarco

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