Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—Entonces... —Murmuró, sin soltar su mano. Por más que lo intentara, era imposible ocultar la tristeza en su voz—. Este es el adiós...
—Sí... —Intentó esbozar una sonrisa, pero no pudo—. Todo indica que sí...
Ambos sabían perfectamente que esto ocurriría, simplemente era cuestión de tiempo.
Pertenecían a mundos distintos, estaban destinados a estar separados, eran como la luna y el sol.
Y por más desgarrador que fuera, el eclipse había terminado.
El espejo esperaba.
—¿De verdad tienes que irte? —Malleus preguntó, renuente a dejarla ir—. ¿De verdad tu mundo es tan maravilloso como para que tengas tantas ganas de regresar? Sé que este no es tu hogar, pero... —Un nudo se formó en su garganta, mientras buscaba alguna manera de hilar sus palabras y expresar lo que su corazón sentía—. Sonaré presuntuoso, pero... Siento que yo soy tu hogar...
Sabía que estaba siendo egoísta. Ella no pertenecía a su lado, su lugar estaba muy, muy lejos de él, dónde jamás sería capaz de alcanzarla.
Pero ella era la única persona que no le temía, la única que lograba ver más allá de su imponente apariencia y su inmenso poder.
Era su única y primera amiga.
Con ella había vivido experiencias que añoraría por siempre, y experimentado sensaciones que nunca creyó llegar a sentir. Ella había llegado a quitarle la monotonía a una existencia tan malditamente larga como la suya, y por primera vez en mucho tiempo, no se sintió solo ni temido.
En cambio, calidez crecía en su pecho cada vez que estaba con ella.
Nunca antes se había sentido así, y la idea de volver a quedarse solo le aterraba.
Ella pretendía irse, llevándose todo el color que había traído consigo, enviándolo de vuelta a su tan hueca e infernal vida. Estaba convencido de que estaba maldito.
Incluso había pensando en romper el espejo en miles de pedazos. Así, ella se quedaría junto a él, pero...
Ella lo detestaría por arrancarla de su hogar, y él no podía siquiera imaginarse a los ojos que tanto adoraba mirarlo con puro odio hasta que la muerte los cerrara para siempre.
¿Realmente estaba mal ser egoísta? Solo quería compañía, era todo lo que pedía...
