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—L-Lilia —Tartamudeó, su corazón latía tanta fuerza que podía sentir sus venas palpitar por todo su cuerpo, ahí arrinconado contra la pared.
Nunca antes Lilia le había parecido tan aterrador.
El antigua hada notó la tensión, y soltó una risita al aire, aligerando el ambiente.
—¿Por qué tan asustado de repente? —Preguntó juguetonamente—. Te has puesto pálido y estás temblando muchísimo, solo quiero hablar, Yuu.
Pero al notar que sus palabras no parecían calmar a Yuu y que sus ojos le devolvían la mirada con miedo, soltó un suspiro y se agachó.
—Escucha, Yuu... —Le llamó con un tono sumamente suave, el mismo que usaba para tranquilizar a Silver cuando lloraba desconsoladamente de niño—. Algo está ocurriendo, y todos lo han notado. Mírate a ti mismo, sabes que te estás haciendo daño, y aunque no te des cuenta, le estás haciendo daño a los demás.
—N-No era mi intención... —Respondió sintiendo la mirada llorosa, y la figura de Lilia se volvió borrosa para él. Rápidamente se llevó las manos al rostro, cubriéndoselo—. Perdón...
—Ya, ya... —Lilia sonrió comprensivamente, acercándose y dándole algunas palmaditas en la espalda—. ¿Por qué no nos sentamos en la sala y me cuentas qué ocurre?
Yuu asintió. Le tomó varios minutos calmarse, y Lilia no lo apresuró, esperó pacientemente.
Y cuando Yuu finalmente podía hablar sin hipar y gimotear, Lilia estaba listo para escuchar atentamente.
Pero, ahí estaba Yuu, sentado en el sofá, con sus manos hechas puños sobre su regazo, con la espalda rígida y la mirada clavada en el suelo.
—¿Y? —El hada le dio un empujoncito—. Cuéntamelo todo.
—No lo sé, Lilia... —Respondió.
—¡Vamos, dímelo! No puedo ayudarte si no sé qué pasa.
Yuu suspiró con pesadez.
—Verás, es que... —Contó, manteniéndose tenso—. Ya lo sabes, al igual que todos, pero... —Apretó los puños—. No soy de este mundo, no pertenezco aquí...
Lilia ladeó su cabeza hacia un lado, confundido.
—¿Eso es todo?
—No es solo eso, Lilia, es lo que implica... —Explicó, sin mirarlo directamente—. Es que... Hmm...
No sabía cómo decirlo.
—¿Qué? —Lilia insistió.
—N-No sé como decirlo... —Murmuró rascándose la nuca.
