— ¡Jimin, vamos, levanta eso! —gritaba el joven sosteniendo el otro extremo de la cama que recién habían bajado del carro de mudanzas.
— Kook, en serio, mi vuelo es en dos horas. —habló algo fuerte el de cabellos claros, bajando la base de la cama que tenía en sus manos, dejándola en el suelo.
— Lo sé, y por eso es mejor que te apresures y levantes. —replicó el menor, logrando sostener a duras penas ese objeto de madera entre sus manos. El contrario suspiró, tomando nuevamente el extremo que le correspondía.
— Te estoy haciendo un gran favor, ¿Sabías?, podría perder el avión. —gruñó el de encantadores ojos, aunque esta vez no tenía ese bonito eyesmile, pues, este era reemplazado por su entrecejo fruncido.
— Y sabes que estoy muy agradecido por eso. —dijo el muchacho entre risas, divertido por la expresión de su adverso.
Jimin.
Terminamos de bajar todas las cajas del camión y ahora estábamos acomodando un poco la cama del chico, en realidad, yo lo hacía mientras él apilaba las cajas y revisaba todo, su nariz fruncida me hacía sonreír divertido.
— Oye, ¿Qué es ese olor? —el aroma del lugar hacía que mis ojos se achicaran aún más, sin dejarme ver mucho.
— Cebollas. Cebollas y decepciones. -contestó con simpleza, poniendo la misma expresión que yo había puesto. Le hacía ver aún más tierno de lo que ya era. Reí por su comentario.— Ah, no es tan malo, no es nada que una buena capa de pintura y una bomba nuclear no pueda arreglar.
Reí de nuevo. Realmente era muy divertido conversar con él.
— ¿Sabes? Tengo mi máquina para escribir. Tengo mis libros. Estoy en Londres. Todo va a salir bien, tal vez hasta haga cosas. —me miraba con una amplia sonrisa, contagiándome a mí.
— Tal vez conozcas a alguien.— enarqué una de mis cejas, viéndole pícaro.
— Jimin, por favor... —evadió mi mirada, rodando sus ojos, centrando su atención en una caja repleta de libros.
— Ya sabes... Un tipo agradable. —me erguí en mi lugar, comenzando a caminar de forma seductora hasta él, aún seguía evadiendo la conversación.
— Jimin-hyung... —tartamudeaba, provocando mis risas traviesas. Sus mejillas se tornaban de un suave color rosa.
— ¡Vamos! Con un cárdigan... —alargué, picando con mis dedos su abdomen, consiguiendo sus risas.
— No estoy interesado en nada de eso y lo sabes. —interrumpió, dando suaves golpes a mis manos.
— Anteojos y mismas opiniones... —no me di por vencido y me abracé a su cintura, quedando bastante cerca, y bueno, eso no me molestaba en absoluto.
— Me alegra que te vayas a la India.— cambió drásticamente de tema, lo cual no me sorprendía.
— ¿Si? Pues ya debo irme, estoy en la hora. —dejé un casto beso en su frente, para luego alejarme. Creí ver un casi imperceptible puchero en sus labios, deseché la idea de inmediato. No era así y yo lo sabía.
— ¿Ya es hora? —lo vi acercarse de nuevo, peinando mis cabellos. Era una actitud bastante inusual en él, pues, el que pasaba todo el día pegado a él era yo.
— Sí, lo lamento... —dejé mis manos en su espalda baja, entrelazando las mismas.
— Bueno... entonces ve y encuéntrate. —dio un suave golpe en mi cabeza, haciéndome reír, se separó nuevamente. De verdad, a veces no lo entendía.
— Sigue mandándome cartas ¿Sí? De las extensas. —lo señalé con mi dedo índice, logrando que soltara una leve sonrisa.
— Lo haré.
— Y diviértete, Kook, no está prohibido.— despeiné sus cabellos, mientras el se achicaba en su lugar.
— Por supuesto. —asintió, arreglando su cabello.
— ¿Sabes? Tengo la sensación de que el año que viene... serás todo un triunfador. —esta vez, hablé seriamente, aunque mi sonrisa no se borró en ningún momento. Adoré el momento en que él me sonrió con timidez, enseñándome sus dientes. Lo abracé por última vez, justo antes de irme de vuelo al aeropuerto.
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Hola, sí, ya lo sé, está cortísimo, pero tengan paciencia que en el siguiente capítulo se viene lo bueno.
LES HAGO UN ADELANTO, en el siguiente capítulo aparece nuestro solecito de Hoseok y se viene mucho dramaaaaa.
Ahora sí, a las cinco vistas, lxs adoro mucho. Fin de mi reporte, Joaquín. -3-
