[15.07.1990]

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Jungkook.

— Oye, disculpa, pero ¿Cuál es la diferen...?

— La tortilla es de maíz o trigo. De maíz doblada con carne es un taco y la de trigo rellena un burrito. Un burrito frito es una chimichanga. A la parrilla, una tostada. Enrollada, una enchilada. —coloqué mi mejor intento de sonrisa luego de recitar de memoria lo primero que me enseñaron al llegar aquí. Logré percibir en el rostro del cliente una notable confusión.

— ¿Podrías repetirlo...?— una sonrisa avergonzada apareció en su rostro. Era obvio que no iba a comprender a la primera, mi inglés sigue siendo deficiente.

Lo repetí unas dos veces más, y con un poco de lentitud. El señor mayor seguía indeciso, así que opté por decirle que cuando supiera que quería, que me llamara, simple. El lugar era un verdadero infierno, sudaba un mar. Mientras me estaba abanicando con la libreta en mis manos, sentí unos tímidos dedos tocar mi espalda. Me volteé, encontrándome con un chico un poco más alto, tal vez mayor un par de años. Me sonrió.

— Hola, soy Hoseok, Jung Hoseok. —su nombre me sonaba, no pasaron ni cinco segundos hasta que lo recordé.

— ¡El nuevo! -estreché nuestras manos, intentando ser amistoso o agradable.— Te doy la bienvenida al cementerio de los sueños.— formulé con una sonrisa ladina, ganando una risa nerviosa de su parte. Le hice una seña con mi mano derecha, indicándole que me siguiera.

Empecé señalándole el mostrador y seguido, ese desastre llamado cocina.

— Esta es la cocina y estos, son tus nuevos compañeros cocineros. —ya lo sé, era obvio, pero no me habían preparado para recibir a un "nuevo", lo hice tal y como me recibieron a mi.— Lo que no hacen ellos con un microondas y una freidora —vociferé, mientras uno de los chicos me lanzaba una papa dura como una piedra y yo se la devolvía con un pimiento.— Comida tex-mex básica. —el chico nuevo, que estaba en una de las mesas, vi como tomó un chile y lo mordió sin pudor, de inmediato lo botó y sus ojos comenzaron a lagrimear. Reí para mis adentros.— Pollo con queso, guacamole, frijoles, arroz y carne. —enumeré, tomando algunos de los pedidos y dejándolos sobre el mesón donde se encontraba el de cabellos rizados.— ¿Te doy un consejo? Evita probar los camarones grandes. Es como una ruleta rusa; uno de cada siete te mata. —el joven sonrió, contagiándome a mi su sonrisa, a decir verdad, me resultaba muy amigable.

Estuvimos recorriendo el pequeño restaurant, le enseñé la bodega y varios lugares escondidos, el chico no articulaba palabra alguna, pero pude notar su mirada en mí, supuse que era porque quién le estaba dando el recorrido, era yo.

— Y bien, Hoseok, ¿Cuál es tu otro arte? —quería oírlo, tampoco quería estar hablando solo mientras el me enseñaba sus tímidas pero encantadoras sonrisas.

— Disculpa, ¿Cómo dices? —se le notaba algo aturdido, pues, llevaba hablando tal vez más de quince minutos.

— Ya sabes, ¿Camarero/actor, camarero/modelo...? —cerré una de las ventanillas bajas de la habitación. Si alguien pasaba por allí se iría de cara al piso.

— Oh, pues, soy comediante. —no me extrañaba, su sonrisa me daba una vibra muy linda, me agradaba.

— Nos vendría bien un comediante. —me volteé a verlo, dando un suave, o al menos a mi parecer, golpe en su hombro.— Nos gusta reír, al menos yo antes lo hacía. —dejé el trapo viejo con el que supuestamente debíamos limpiar las mesas y las limpié con servilletas, al menos sería más higiénico que esa cosa maloliente.

— Bueno, en realidad estoy empezando, trabajo en mis "estilos únicos de comedia" —hizo comillas con sus dedos, en respuesta dije con bajo volumen un "ay caramba". Seguía percibiendo esa risa nerviosa o incómoda, ya no entendía mucho nuestra conversación, pero no me desagradaba del todo.

𝘖𝘯𝘦 𝘋𝘢𝘺. ੭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora