cztery (4)

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                La mano izquierda de Lisa suspendía su cuerpo, en la pared de la regadera. Mientras que la otra otorgaba a su pene un ágil vaivén, su respiración se agitaba. Estaba nerviosa y ésta resultaba ser una manera muy satisfactoria de conseguir que se relajara.

                Luego de vaciar todo su líquido en los asulejos blancos del baño, y por supuesto limpiarlo, cerró la canilla y salió de la ducha, envolviendo su cuerpo en una toalla.

                Secó sus manos y tomó su teléfono, tenía un mensaje de Jennie en el que le preguntaba que tal todo. No sabía que tal estaba realmente, aún no estaba convencida con ésta idea de sexo casual, como si nunca lo hubiera hecho antes. Tecleó; "Aún no se que ponerme." Y su amiga no tardó en contestar, el teléfono estaba adherido a sus manos siempre: "No creo que eso importe, no es que vaya a durar mucho".

                Relamió sus labios y salió del baño, sus pies mojados haciendo un asqueroso contacto con la alfombra del piso, atravesaron el pasillo hasta su habitación.

                Había dos opciones que habían ganado la larga encuesta que había hecho con su subconsciente esa tarde; Un vestido, que podría ser automáticamente descartado porque ella los odiaba, pero ésta vez no lo hizo. Y después, unos vaqueros ajustados con una remera corta de tirantes, su opción más confiable.

                Tiró el vestido por alguna parte de la habitación, remplazando su lugar en la cama por su trasero. Tenía miedo de perderse camino a la casa de Jisoo, nunca había sido buena con las ubicaciones, pero realmente le daba lástima pagar un taxi.

                Cepilló su cabello corto, aún envuelta en la toalla y cuando se sintió lo suficientemente seca, la dejó caer. Sus manos parecían temblar un poco mientras ponía sus vaqueros, por alguna razón esa chica pelinegra le alborotada los nervios.

                Salió del departamento, ya lista, una hora después. Su teléfono vibró, avisándole con una alarma que ya era hora de irse, pero Lisa había sido más rápida que eso. Caminó varias cuadras, siendo invadida por el frío cada vez que la brisa corría, echando hacia atrás su cabello mojado.

                Tras un estornudo, la puerta blanca con la dirección exacta que se le había indicado, pareció aparecer frente a ella y sus manos volvieron a temblar. Pensó en si avisarle con un mensaje que había llegado, pero concluyó que, si Jisoo no esperaba a nadie más, era obvio que ella era quien tocaba timbre.

                Espero la voz delicada a través del portero eléctrico del edificio, pero jamás la oyó y a los minutos ella salió mágicamente, o bueno ¿eléctricamente?, de entre las puertas del ascensor con una sonrisa.

                Lisa tragó saliva, con una expresión asustada en el rostro, como si Jisoo no pudiera verla del otro lado de la puerta de vidrio mientras la abría.

                — Hola, linda.— saludó y se hizo a un lado para dejar a la peligris pasar, haciendo que una automática pero nerviosa sonrisa se dibujara en sus labios mientras cruzaba hacia adentro.

                — Hola.— respondió, pero deseó que su voz no hubiera salido tan baja e insegura.

                Subieron por el ascensor en completo silencio, Lisa se limitaba a apretar sus labios con las manos juntas detrás de su espalda, jugando con la piel de sus dedos. Las paredes estaban cubiertas de espejos y una imágen sucia en su mente le hizo recordar una de las páginas del libro.

"W odbiciu wyglądasz tak seksownie: [Te vez tan sexy en el reflejo] Perfecta frase para una noche de pasión caliente en algún lugar espejado, el fetiche de muchos. Twoje odbicie jest takie brudne: [Tu reflejo es tan sucio] Está variación es mucho más feroz."

                Apretó los puños y cerró los ojos, suspirando. El ascensor se abrió y Jisoo salió primero, guiándola hasta la puerta al final del pasillo.


                A decir verdad, era un bonito departamento, muy iluminado por una gran ventana que casi cubría toda la pared del salón. A la menor le gustó, pero no creía poder vivir en un sitio así porque sentía que no había privacidad suficiente.


                Cuando la pelinegra desapareció bajo la barra que dividía la sala con la cocina, Lisa solo se quedó parada sin hacer nada y al verla resurgir, sólo le sonrió.

                — ¿Qué te gustaría tomar?— cuestionó, alzando las dos copas en sus manos.— Tengo vino, cerveza...— pareció recorrer con su mirada la parte de abajo, Lisa se sintió en algún tipo de bar en lugar de la casa de Jisoo.— Vodka, champagne, licor.


                — Sírveme tu licor más rico.— respondió, aún analizando el sitio con la mirada.


                Jisoo asintió, y lo tomó. Había notado la incomodidad de Lisa, pero no se la esperaba, no era para nada como Jennie se la había descripto. Volvió junto a ella y puso las copas en la mesa a los pies del sofá. Se acercó a las cortinas y las cerró, una por una, su gran tamaño no le permitía hacerlo al mismo tiempo.


                La peligris se tensó, obvio alguien que solo quiere charlar omitiría esa acción, pero no le sorprendió. Jisoo había sido clara con lo que quería.


                — Vamos, siéntate.— la gran sonrisa cegó a Lisa y seguido obedeció, tomando la copa de licor.— Puedes estar tranquila, no muerdo, me gusta que me muerdan.— bromeó.


                La mayor parecía realmente agradable, pero Lisa no podía dejar de mirarla como si fuese un fantasma en su peor forma. Bebió un trago y frunció el ceño.


                — Vaya, es fuerte.— comentó, intentando aparentar la tranquilidad que no sentía precisamente.


                Jisoo asintió y soltó una risa nasal. Su siguiente acto, colocó los nervios de la más alta a otro nivel. Su mano se dirigió a la pierna delgada y aplicó en ella una leve presión, mientras sus ojos intentaban juntarse con los ajenos que parecían negados a eso.


                — Lisa, sabes porqué estás aquí.— dijo. Sí lo sabía, y no estaba convencida de ello.— Somos adultas, si quieres hacerlo lo haces y si no, cuento con que tienes la madurez suficiente para decirlo.


                Lisa la miró por fin y asintió, se sentía intimidada y no le gustaba que la hicieran sentir así. Luego su vista se posó sobre la mano en su pierna, sería, sin una expresión clara y Jisoo la retiró.


                — No quiero incomodarte, pero— bebió también de su copa y limpió la comisura de sus labios rosados.— no te invité para charlar. Puedes irte ahora si quieres o...


                — No quiero irme.- concluyó y la mayor sonrió con apariencia satisfecha.— Pero si te gustan las mujeres con vagina y todo eso, tal vez tú si quieras que me vaya.


                La mirada ajena se torno confusa, sus cejas estaba fruncidas y sus ojos se habían posado, automáticamente, en su entrepierna. Lisa odió tener que explicar eso, como todas las veces anteriores, pero Jisoo le hizo el favor de ahorrarcelo, entendiendo.


                — Está bien por mi si no es eso lo que tienes.— no pareció hacerse un verdadero drama por la confesión de Lisa y admitió:— Creo que es caliente.


                Finalizó, apoyando la copa de forma delicada en la superficie de madera. La menor sentía de repente menos incomodidad, se preguntó si tal vez el gran secreto entre sus piernas había sido la causa de su principal inquietud con la situación.


                Lo siguiente que Lisa pudo sentir fueron los labios de Jisoo sobre los suyos, moviéndose lento pero con necesidad.



Se viene el sexo o qué?

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2020 ⏰

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