Cinco

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Nuestro conductor ya no quería llorar más como una Magdalena, ya no quería saber nada de flores ni ninguna otra cosa.

Porqué, fuera del lío que se estaba por formar, fuera de los momentos que recordaba.

Juan Carlos de Bodoque y Vodoque, también se encontraba presente en sus pensamientos, puesto que tanto el periodista estrella como nuestro conductor hace algunos meses se habían vuelto aún más cercanos.

Más cercanos que el sol y la luna, más de lo que solían ser, lo cercano que pueden ser dos grandes amigos, amigos que conocían lo perfectamente imperfectos que eran.

Pero, desgraciadamente, no se conocían lo suficiente como para tomarse ciertos asuntos con total seriedad.

Actualmente solo estaban distanciados, no se hablaban desde el cumpleaños de Policarpo.

No se hablaban desde que se dieron cuenta que no estaban dispuestos a nada.

Ni Juan Carlos ponía de su parte ni mucho menos Tulio.

La armoniosa melodía del timbre resonó en toda la casa.

Para su sorpresa era su conejo amigo de toda el alma, lo más seguro es que si venía en estás condiciones sabiendo de su pacto de la ley del hielo, era dinero lo que seguramente venía a pedirle. Pero ambos, ambos eran tontos, tan tontos que olvidaba sus condiciones.

-"Oh Tulio, cuántas lunas, necesito que me prestes-". Juan Carlos no terminó puesto que él conductor rompió en lágrimas, en un ataque de ansiedad.

-"Oh! Juan Carlos ella. Ella es tan mala"-

-"Y tú, un idiota"-

El mencionado solo se limpiaba el flujo nasal con el carisimo pañuelo de seda qué llevaba en el traje. Acurrucándose en su sofá inclinable.

-"Por qué fuiste a verla?"-

Tulio era un niño contándole a su maestra la inocente maldad que le habían hecho sus compañeros.

-"Ella, fue al estudio y pensé, que lo más adecuado era conversar en un lugar privado".-

-"Oh, pensaste, no me imagino que estaría pasando si no hubieras pensado"-.

-"Mal amigo"- comentó solo para después seguír contando su drama, pausando ocasionalmente su historia para llorar.

-"Tranquilo. Que yo solo vine a verte, por qué necesito que me prestes dinero".- Juan Carlos decía dándole toques de aliento sobre sus hombros. Caminó hasta el otro sofá reclinable y se sentó.

-"Bodoque ella, ella esta vez me obligó a hacer algo muy horrible"- Continúo abrazándose a si mismo. Por alguna extraña razón el conejo le prestó por primera vez en la noche atención a lo que su amigo decía entre lágrimas.

-" Cindy me obligó a pagar la cuenta"-

-"Idiota"- bufó el periodista jugando con la palanca reclinando varias veces el sofá.

-"Insensible, ella no pidió un té está vez. La muy codiciosa pidió dos y un vaso de agua para esas flores "-

-"Le compraste flores?"-

-"Qué? No! Ella me las dió"- Tulio dijo apuntando y haciendo ademanes en dirección al florero. -"Dice que, en ese raro lenguaje antiguo de las flores significa que ella solo estaba conmigo por capricho"-

-"No sabes que es un capricho"-

-"No y no me importa"-

-"Tarado"-dijo el periodista levantándose del sofá, estirándose y continúo. -"Y bueno Tulio si no me vas a prestar nada de plata mejor me voy"-.

-"Juan Carlos, no puedes irte por qué, te está buscando la mafia japonesa"-

-"Pero si yo ya no le debo nada a nadie. Oh no!"-.

El conejo recordó, aquella fiesta del año nuevo chino jugando una inofensiva partida de damas chinas en el barrio chino.

-"Esos japoneses se veían de buen confiar"-. Juan Carlos sacó de su chaqueta de cuero una pequeña hoja con tipografía en japonés, que marcaba algunos números en rojo, eran números con más de tres ceros, bufó al leerlo y caminó hasta el pórtico.-"Soy un hombre de palabra Tulio, debo saldar mi deuda"-.

-"Qué! Acaso quieres que  te saquen todo el algodón?"-.

Juan Carlos retrocedió en pasos y de un salto aterrizó en el sofá dónde antes estaba.

"- Tengo una pregunta Tulio, mi cepillo de dientes edición especial del dinosaurio Anacleto, lo puedo dejar en el baño principal o en el de aquí abajo?"-

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⏰ Última actualización: May 28, 2020 ⏰

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