Si alguna vez creíste tener suerte en el amor, es porque no conoces a Shinazugawa Sanemi, quien a pesar de tener un carácter aterrador y despreciable, consiguió enamorar a la chica más dulce, hermosa y amable que conoció, Kocho Kanae, un ángel.
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-¡Nemi, Nemi, Nemi!- Un joven entuciasta acaparó toda la atención de Sanemi en ese momento, incluso dejó de lado los exámenes que corregía en su hogar para hacerle caso a su hermanito.
-¿Qué?- Al verlo, podía deducir fácilmente que Genya había llegado corriendo a casa, si había una razón tras eso, él la averiguaría.
-¿Cómo fue tu primer beso con Kanae-sensei?- El entuciasmo del pelinegro fue en picada al ver la expresión de enojo de su hermano.
-¿¡Qué!? ¡No me preguntes eso tan a la ligera, idiota!- Claramente se había avergonzado, aunque lo ocultaba con su mirada ofendida.
-¡P-pero Nemi!- Genya se sentó en una silla enfrente de la mesa, a un lado de Sanemi. -Necesito saber para no equivocarme, eres el hermano mayor, tienes la obligación de ayudarme.
El mayor bufó, negando con la cabeza. "Así que finalmente se interesa en estas cosas."
-Bien, ¿qué quieres saber exactamente? Apresúrate que tengo un montonal de exámenes que corregir-. Al oír eso, el azabache sonrió, victorioso.
-Pues eso, cómo fue que ocurrió tu primer beso. Por favooor, dime.
-Déjame pensar un minuto quieres, casi no lo recuerdo-. Oh, claro que lo recordaba, completamente, no sería una exageración decir que Sanemi recordaba cada momento especial que tuvo con la hermana mayor de las Kocho desde que la conoció. Y sin dudarlo, ése en específico fue de los más importantes para ambos.
-Oh, vamos, no pudiste haber olvidado eso ¿o sí? Aunque... tratándose de ti no me sorprendería.
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La reunión de delegados había acabado, algunos alumnos se quedaron a ayudar a Kocho; la recién electa presidenta del consejo, a recoger los informes de otros delegados que ella había solicitado como era habitual de cada reunión. Acabaron pronto debido a la cantidad de mano de obra.
-¡Muchas gracias, chicos! Como siempre tan amables-. Agradeció ella, dejando anonadado a más de uno con su sonrisa tan adorable. Algunos de ellos pudieron sentir una presión extremadamente fuerte en el aire, de esas que te inspiran mala confianza y te hacen no querer voltear para ver que te espera. El instinto muchas veces salva vidas, en este caso, también. Todos los alumnos y sin excepción salieron de inmediato del salón al sentir al problemático estudiante de la clase C a sus espaldas.
