𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨

164 23 0
                                    

┏━━━━━━•◦இ•◦ ━━━━━┓

┗━━━━━━•◦இ•◦ ━━━━━┛

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

┗━━━━━━•◦இ•◦ ━━━━━┛

Por mucho tiempo tuve una vida muy sedentaria; distintas ciudades, nuevas culturas, yendo y viniendo de varios colegios, rostros diferentes cada mes...

Recuerdo que mi madre y yo no teníamos que desempacar nada porque sabíamos que en unos pocos meses nos iríamos a otro lugar para volver a adaptarnos a una nueva vida. A ambas nos disgustaba la idea de tener que invertir demasiado dinero constantemente en mudanzas, colegiatura que jamás terminaba y en el alquiler de un espacio del cual solo alcanzábamos a ocupar las habitaciones y la cocina. Con el tiempo, decidí tomar clases en línea solo hasta establecernos en un lugar y no hacer que mi madre invirtiera en un colegio en donde no pasaría el resto del año. Así pasamos muchos años en ese modo operandi debido al trabajo de mi mamá que le exigía trasladarse a muchos sitios para así llevar el dinero a casa y poder invertirlo en lo básico, sin la ayuda de nadie. 

Hace unos pocos años mi papá falleció por un accidente de tránsito, dejándonos a nosotras con el gran dolor que provocó su temprana partida y un enorme vacío en nuestras vidas. Por lo cual, siempre hemos sido mi madre y yo para cualquier situación que se presente.

Ella es muy obstinada cuando de ayuda económica se trata, se niega rotundamente a recibir dinero de otras manos que no sea de su trabajo, alegando que ella es lo suficientemente capaz de hacerlo sola y que no necesita que otros sientan lastima de su familia. He intentado ayudar con la economía de la casa consiguiendo trabajos de medio tiempo en sitios de comida rápida para no dejar esa pesada carga para sus hombros, pero al momento que descubrió lo que estuve haciendo, gané varios regaños de su parte expresando que se sentía incómoda viendo como su única hija sacrifica tiempo para sus estudios por algo que le corresponde a los adultos. Sin tener más remedio tuve que renunciar.

Llegamos a un punto en nuestras vidas que pagábamos una pequeña habitación en un hotel y volvíamos de camino a otro sitio al día siguiente. Ambas sabíamos que este estilo de vida no nos favorecía en absoluto, pero no poníamos ninguna objeción hacia el único recurso que representaba dinero para nuestra supervivencia. Hasta que un día el jefe de mi mamá entró a su oficina comunicando su ascenso y su nuevo establecimiento, dado por la empresa misma.

Y fue en ese momento en el que nuestras vidas se normalizaron.

Hoy en día curso mi último año de secundaria con las mejores calificaciones de mi clase sin tener que preocuparme del momento en el que vuelva a tener la necesidad de empacar todas mis cosas para otra mudanza, porque sé que nuestra estadía en Australia será, de momento, permanente.

ᴍɪ ᴠɪᴅᴀ ᴇɴ ᴇʟ ᴄᴏʟᴇɢɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora