Su celular comenzó a sonar mientras intentaba salir del tumulto de estudiantes. Sus libros, pegados a su pecho porque no había alcanzado a guardarlos en su mochila, se deslizaban levemente mientras hacía maniobras para contestar el aparato y que el timbre de éste no lo estresara más de lo que ya se encontraba.
—Mike —dijo la persona detrás del teléfono, sin siquiera darle paso a saludar primero—, ¿ya estás cerca? Teníamos que vernos hace diez minutos.
Con disculpas saliendo de sus labios, posicionó el celular entre su oreja y hombro mientras guardaba sus materiales, haciendo lucir a su mochila como una roca cuadrada por la cantidad de libros en ella.
—Te prometo que en cinco minutos llego —suspiró, sabiendo que la promesa no podría ser cumplida porque se encontraba a diez minutos en auto del café en el que siempre se encontraban, y porque odiaba correr, y ahora tendría que hacerlo—. Lo siento, en serio.
Aproximadamente quince minutos después, un Michael muy sudado y con la respiración sumamente agitada, llegó para ver un Luke con brazos cruzados en la entrada del café, quien cambió su expresión aburrida y un tanto molesta a una preocupada al ver su rostro completamente colorado por el cansancio.
Lo saludó brevemente antes de llevarlo dentro y pedirle amablemente a la mesera dos vasos de agua, por el momento. Michael trató de agradecer, pero sus jadeos aún no cesaban, por lo que cual le era imposible hablar. Luke le pasó la mano por la espalda, en un intento vano de que se calmase, y se detuvo brevemente en un costado de su cuello—: Tu frecuencia cardíaca es poco más arriba de cien, eso no puede ser bueno.
Luke estudiaba medicina. Bueno, ya había completado los seis años de medicina, y este era su primer año estudiando su especialidad para ser médico-quirúrgico. Para Michael, Luke era la persona más inteligente del universo entero, y a veces no entendía cómo no le aburría leer en todo momento.
Aún recordaba como, incluso, la Navidad pasada, tan sólo había almorzado con su familia y luego se había disculpado cordialmente, diciendo que tenía que estudiar para su examen final para lograr ser aceptado en la residencia. No pasó la tarde de regalos, ni pasó a saludar a su demás familia por la noche. Y lo que más le sorprendió, es que ni siquiera se había molestado por eso, pues Navidad era su festividad favorita.
Aunque, por parte, lo entendía. Su voz cambiaba a una totalmente alegre y emocionada cuando le comentaba acerca de su universidad y sus tan agradables e inteligentes catedráticos-doctores-cirujanos, o cuando lo llamaba para explicarle algún tema que estaba llevando —porque, según Luke, el concepto se le quedaba más rápido en la mente cuando se lo explicaba a alguien—. O cuando le contaba, con una voz llena de ilusión y orgullo del bueno, acerca de cómo uno de los doctores lo había elegido como asistente principal en una cirugía, y todo había salido bien, siendo él el encargado de darle las buenas noticias a la familia del paciente.
Simplemente, le encantaba que a él le encantara lo que hacía.
Luego de unos minutos, finalmente logró regular su respiración, y su tono rojizo también había dejado sus mejillas. Le sonrió a Luke, indicándole que estaba bien.
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look at the stars and how they shine 💫 muke
Short Story"Luke, "L", ¿tiene lógica, no?" Michael convence a Luke de emprender un viaje, en el cual tiene como objetivo mostrarle la magia de las estrellas. Pero, terminan descubriendo algo más.